Después de más de 23 años de operación, el relleno sanitario de El Inga, ubicado en el oriente de Quito, iniciará su cierre técnico definitivo en un plazo de 17 meses. Esta instalación ha recibido diariamente cerca de 2.200 toneladas de residuos sólidos provenientes del Distrito Metropolitano, y su clausura representa un momento histórico para la gestión ambiental de la ciudad.

La Empresa Metropolitana de Gestión Integral de Residuos Sólidos (Emgirs) confirmó que, esta vez, el cierre será completo y sin posibilidades de una nueva extensión, como ocurrió anteriormente con los cubetos 9b y 11, utilizados más allá de sus estimadas vidas útiles. Esta decisión responde a la necesidad urgente de mejorar las condiciones sanitarias, ambientales y operativas del sistema de disposición final de residuos.
¿Qué incluye el nuevo complejo ambiental?
El proyecto que sustituirá al relleno de El Inga se desarrollará en El Inga Bajo, cerca del actual sitio, en el sector de Pifo. La propuesta contempla la creación de un moderno complejo ambiental bajo un modelo de alianza público-privada (APP), debido a su alto costo y el nivel tecnológico requerido.
El nuevo complejo incluirá:
- Una planta de separación de residuos.
- Instalaciones para el tratamiento de orgánicos.
- Una planta de generación energética.
- Un cubeto de vertido técnico.
- Un avanzado sistema de tratamiento de lixiviados.
Además, se prevé una infraestructura que permitirá conectar el actual relleno sanitario con el nuevo complejo mediante un puente, optimizando la logística de operación durante el proceso de transición.
Plazos e implementación
El desarrollo del nuevo sistema se dividirá en dos fases:
- Fase de estructuración: tomará aproximadamente un año y tres meses.
- Fase de implementación: se extenderá por otros dos años, con la inauguración del nuevo cubeto técnico prevista para inicios de 2027.
Mientras tanto, el relleno actual continuará operando con siete cubetos activos, aunque algunos, como el número 10, ya están en proceso de cierre.

Riesgos ambientales: una lección aprendida
Uno de los factores que apuraron la decisión de cerrar definitivamente El Inga fue el evidente deterioro ambiental que presenta. El cubeto 10, por ejemplo, tenía un desplazamiento de hasta 20 centímetros diarios, lo que representaba un riesgo latente de colapso. De haberse producido un deslizamiento mayor, los residuos podrían haber terminado en el río cercano, ocasionando una catástrofe ecológica.
A esto se suman los problemas con los lixiviados, sustancias altamente contaminantes generadas por la descomposición de la basura. El relleno llegó a tener 18 piscinas de lixiviados, con alto riesgo de desborde. En los últimos dos años, se han logrado cerrar ocho de ellas, reduciendo el volumen acumulado en 40.000 m³, una señal de mejora, pero también de urgencia por cambiar el modelo actual.
Un enfoque integral y sostenible
El nuevo modelo de gestión no solo busca reducir significativamente la cantidad de residuos enterrados, sino aprovechar entre el 60% y 70% de los desechos sólidos que genera la ciudad. Esto contrasta con el índice actual de apenas un 3% de recuperación, lo que hace del nuevo complejo una oportunidad para avanzar en sostenibilidad.
El secretario de Ambiente, Santiago Sandoval, estimó que este cambio permitiría ahorros anuales de entre 5 y 9 millones de dólares, gracias al reciclaje y recuperación de materiales. También se espera que el proyecto genere empleo, dinamice la economía local y atraiga inversión privada.
Educación ambiental: clave para el éxito
Durante la presentación del proyecto en una sesión extraordinaria del Concejo Metropolitano, varios ediles resaltaron que el éxito de esta transición también depende de la ciudadanía. Es vital fomentar una cultura de reciclaje desde los hogares y centros educativos.
Los concejales Andrés Campaña y Estefanía Grunauer coincidieron en que el Municipio debe implementar políticas públicas enfocadas en la reducción de residuos desde el origen. Separar la basura desde casa no solo reduce el volumen destinado a rellenos, sino que también facilita el trabajo de recuperación de materiales.
Un concurso internacional en camino
Actualmente, el proyecto se encuentra en proceso de inscripción ante la Secretaría de Alianzas Público-Privadas. Se prevé que el concurso internacional para su ejecución se convoque en septiembre de 2026, lo que permitiría atraer empresas con experiencia en tecnologías de tratamiento y valorización de residuos.
El cierre técnico definitivo del relleno sanitario de El Inga representa el fin de una era en la gestión de residuos en Quito, y el inicio de un ambicioso proceso de modernización. Con un enfoque tecnológico, ambiental y social, el nuevo complejo ambiental aspira no solo a resolver una necesidad urgente, sino también a posicionar a la capital ecuatoriana como un modelo de sostenibilidad urbana en la región.
Fuente: Expreso
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