Geoffrey Hinton, reconocido como uno de los padres fundadores de la inteligencia artificial (IA), ha expresado su creciente preocupación sobre el rumbo que esta tecnología está tomando. En una entrevista reciente con CBS News, el experto afirmó que el desarrollo de la IA está ocurriendo a una velocidad mayor a la anticipada, al punto de considerar que podría sobrepasar la inteligencia humana en un lapso sorprendentemente corto. “Me alegra tener 77 años, porque existe una posibilidad de que no vea lo peor de esto”, confesó Hinton.
Premio Nobel y una advertencia urgente
Galardonado con el Premio Nobel de Física en 2024 por sus contribuciones al aprendizaje automático, Hinton sostiene que el escenario actual es más alarmante que hace apenas un año. Lo que antes preveía como un riesgo a mediano o largo plazo, ahora lo sitúa en una ventana de tiempo mucho más breve: “Hay una buena probabilidad de que llegue en diez años o menos”.
“Las cosas más inteligentes que tú podrán manipularte”
Hinton advierte que, una vez que la IA supere la inteligencia humana, será prácticamente imposible detenerla. “Las cosas más inteligentes que tú podrán manipularte”, señaló, dejando claro que su preocupación no es infundada, sino resultado de décadas de estudio y participación directa en el desarrollo de estas tecnologías.
Una metáfora salvaje: el tigre que criamos
En una potente metáfora, comparó la evolución de la IA con la crianza de un tigre: “Cuando es un cachorro, es adorable. Pero si no estás seguro de que no querrá matarte cuando crezca, deberías preocuparte”.
¿Qué tan cerca estamos del punto sin retorno?
Según el científico, existe entre un 10% y un 20% de probabilidad de que los sistemas de inteligencia artificial lleguen a tomar el control. Más allá de responder preguntas, los agentes de IA ya son capaces de ejecutar tareas complejas de forma autónoma, lo que para Hinton representa un salto cualitativo en su potencial de acción.

La cuenta regresiva ha comenzado
“Estamos criando algo que no sabemos si podremos controlar”, concluyó. La advertencia está hecha. El mundo tiene menos tiempo del que creía para decidir cómo convivir —o defenderse— de la inteligencia artificial.
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