En el corazón de la Amazonía ecuatoriana, en la comunidad Wampuik de la parroquia Huasaga, cantón Taisha (Morona Santiago), la atención médica no es un derecho garantizado sino una esperanza precaria. Un puesto de salud, construido hace más de tres décadas por una ONG, permanece como el único refugio para al menos diez comunidades shuar y achuar. Este centro, sostenido con escasos recursos, energía solar limitada y personal insuficiente, representa la delgada línea entre la vida y la muerte para cientos de familias.

Muertes infantiles de Amazonía sin explicación: un drama que se repite
Desde diciembre de 2024, se han reportado misteriosas muertes infantiles en Huasaga. Los síntomas —dolor de estómago, fiebre, vómito y diarrea con sangre— son similares en cada caso, pero las causas siguen sin determinarse. Mientras tanto, las familias siguen perdiendo a sus hijos en medio del aislamiento, la pobreza y la desatención estatal.
El puesto de salud de Wampuik, con apenas dos médicos y personal rotativo, no da abasto ante la magnitud del problema. A la escasez de insumos se suma la falta de agua potable y un entorno donde incluso refrigerar vacunas requiere un generador prestado.
Historias de fe en medio de la desesperación en la Amazonía
El 21 de abril de 2025, Marasha, una bebé de seis meses, llegó con una severa bronquitis tras un trayecto de casi cuatro horas desde la comunidad de Napurak. Colocada en una cama de madera con un colchón gastado, recibió oxígeno con dificultad. Su madre, agotada y en silencio, la acompañaba sin poder hacer más que esperar.
Ese mismo día, Diana arribó desde Kuserua con su hija Abigail, de tres años, con una posible fractura de clavícula. También caminó durante horas, buscando atención y con la esperanza de que una avioneta la trasladara al hospital de Taisha o Macas. Sin esa evacuación aérea, la recuperación de Abigail sería imposible.
Serpientes, alacranes y enfermedades tropicales: riesgos cotidianos en la Amazonía
La comunidad de Wampuik, conformada por unas 1.500 personas, enfrenta múltiples amenazas. Mordeduras de serpientes, picaduras de alacranes, partos sin asistencia médica y desnutrición infantil severa son comunes. Según el comunero Carlos Chiriguana, muchas personas deben caminar más de seis horas para llegar al centro de salud más cercano.
La llegada de brigadas médicas móviles, campañas de vacunación y programas de desparasitación son urgentes. Los niños, víctimas principales de la desnutrición y la falta de acceso a agua potable, requieren atención inmediata y sostenida. Médicos locales, incluso, han tenido que costear de su bolsillo el traslado de pacientes graves.
Instalaciones precarias en la Amazonía que claman por dignidad
El deterioro del centro de salud es evidente. No hay camillas adecuadas, las paredes están cubiertas con cartulinas y pósters para ocultar su estado, y la humedad y el polvo envuelven todo. Los insectos entran por las ventanas abiertas, y el aire pesado intensifica el sufrimiento de quienes ya están enfermos.
La situación, según los moradores, es insostenible. Exigen al Ministerio de Salud Pública (MSP) que construya una nueva estructura que garantice condiciones mínimas de dignidad. “Cada día que pasa sin una solución estructural es una oportunidad perdida para salvar vidas”, expresan.
Red médica insuficiente en medio de la selva
Taisha cuenta con 21 centros de primer nivel, de los cuales 16 están en comunidades remotas. Funcionan en condiciones mínimas, sin equipos ni personal suficientes. Solo cinco centros de salud tipo A intentan cubrir necesidades básicas como vacunación, control prenatal y enfermedades comunes, pero las limitaciones son estructurales.
El Hospital Básico San José de Taisha, de segundo nivel, es el único en su tipo, pero muchas emergencias no logran llegar a tiempo por falta de transporte, caminos y recursos.
Crisis sanitaria estructural y problemas históricos
Los desafíos sanitarios en Taisha son múltiples. El 50 % de los niños sufre de desnutrición crónica, una de las tasas más altas en Ecuador, según el Ministerio de Inclusión Económica y Social (MIES). A esto se suma la malaria, con un 30 % de los casos nacionales reportados en 2016 en este distrito amazónico.
Además, la movilidad transfronteriza con Perú agrava la situación, facilitando la propagación de enfermedades. La falta de agua potable obliga a consumir agua contaminada, lo que provoca graves infecciones gastrointestinales. También se han reportado casos de intoxicación por bebidas alucinógenas elaboradas por shamanes, especialmente entre niños.
En 2011, once personas murieron por un brote de rabia humana transmitida por murciélagos hematófagos, evidenciando que el olvido histórico hacia estas poblaciones no es reciente, sino estructural.
Una deuda pendiente con la vida
Taisha simboliza la desigualdad extrema en el acceso a la salud en Ecuador. Las comunidades que allí viven, tanto del lado ecuatoriano como del peruano, sobreviven gracias al sacrificio de sus familias y del personal médico que hace milagros con lo mínimo.
Los testimonios, muertes y luchas de cada niño y familia no deben seguir siendo ignorados. El Estado debe actuar ya: reforzar la infraestructura sanitaria, garantizar personal médico permanente y establecer mecanismos de evacuación urgente. En la selva, cada minuto cuenta, y la vida no puede seguir dependiendo solo de la fe.
Fuente: El Mercurio
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