En el siglo XXI, el cine ha dejado de ser un simple medio de entretenimiento para convertirse en una poderosa herramienta de poder blando. Desde Hollywood hasta Pekín, pasando por Bruselas, las principales potencias globales han reconocido el potencial estratégico de la industria cinematográfica, utilizándola para proyectar valores, reforzar narrativas y moldear percepciones internacionales. Este artículo explora cómo Estados Unidos, la Unión Europea y China compiten en una guerra silenciosa pero poderosa, donde las películas se convierten en vehículos de influencia cultural y geopolítica.

El Cine como Arma de Propaganda
La influencia del cine como herramienta de poder blando no es un concepto nuevo. En 1943, la Oficina de Servicios Estratégicos, precursora de la CIA, afirmó que “el cine es una de las armas de propaganda más poderosas a disposición de Estados Unidos”. Esta declaración resalta cómo, en tiempos de guerra, los gobiernos reconocen el impacto de las producciones cinematográficas en la percepción pública. Aunque en un principio se vinculó esta estrategia a la Segunda Guerra Mundial, la realidad es que el cine sigue siendo utilizado para promover valores y visiones del mundo en una escala global.
Joseph Nye, creador del concepto de “soft power”, destacó cómo el entretenimiento popular, especialmente el cine, contiene imágenes subliminales que influyen sobre los valores de los espectadores. Según Nye, los valores representados en las películas, como el individualismo y la libre elección del consumidor, tienen un impacto significativo en la política internacional.
Cine y Soft Power: La Influencia de Hollywood
Estados Unidos ha dominado la industria cinematográfica mundial gracias a Hollywood. Desde sus inicios, los estudios de cine estadounidenses como Universal, Paramount, Warner Bros, Disney y Sony han establecido una hegemonía en el mercado global. Estos estudios no solo producen una gran cantidad de películas, sino que también controlan la distribución masiva de contenido a nivel mundial, convirtiéndose en actores clave de la diplomacia cultural.
La relación entre Hollywood y el gobierno estadounidense se refleja en el denominado “Complejo Militar-Entretenimiento” (MEC). En este modelo, las películas de Hollywood, a menudo con la colaboración del Departamento de Defensa de EE. UU., promueven narrativas pro-militares. Un ejemplo paradigmático de esta colaboración es la película “Top Gun” (1986), que no solo renovó la imagen de la Armada de EE. UU. tras la Guerra de Vietnam, sino que también tuvo un impacto directo en el alistamiento militar. Además, la cooperación con el gobierno de EE. UU. proporciona acceso a equipos militares y localizaciones estratégicas, lo que asegura un nivel de autenticidad en las producciones.
La Resistencia Cultural de Europa
A pesar del dominio de Hollywood, Europa ha buscado formas de resistir la influencia cinematográfica estadounidense. La industria cinematográfica europea, aunque rica en cultura y talento, representa solo el 27% de los ingresos globales de taquilla, mientras que Hollywood domina más del 60%. Las diferencias culturales y el enfoque más artístico de las producciones europeas dificultan la competencia con las superproducciones comerciales de Hollywood.
En respuesta a este desequilibrio, la Unión Europea implementó el programa MEDIA en 1991. Este programa tiene como objetivo promover el cine europeo, proporcionando recursos financieros y apoyo a la producción y distribución de películas dentro de Europa y en mercados internacionales. A través de iniciativas como el Fondo de Coproducción Internacional, Europa ha buscado fortalecer su influencia cultural y posicionarse como un actor global en el ámbito cinematográfico.
La Creciente Influencia de China en la Industria Cinematográfica
Por su parte, China ha experimentado un crecimiento vertiginoso en su industria cinematográfica, convirtiéndose en el segundo mercado más grande a nivel global. En 2019, la taquilla china alcanzó los 9 mil millones de dólares, aunque la pandemia afectó sus ingresos en los últimos años. A pesar de este retroceso temporal, el mercado chino sigue siendo crucial para la industria cinematográfica global.
Sin embargo, aunque China ha logrado un éxito considerable en su mercado local, la proyección internacional de su cine sigue siendo limitada. Las películas chinas no han alcanzado una influencia global comparable a la de las producciones de Hollywood. En 2024, las películas estadounidenses dominaron las listas de taquilla a nivel mundial, mientras que las producciones chinas representaron una pequeña fracción de los ingresos fuera de su mercado local.
A pesar de este desafío, China ha intentado utilizar su cine como una herramienta para mejorar su imagen internacional. Películas como “Wolf Warrior 2” (2017) y “Born to Fly” (2023) son ejemplos de cómo Pekín utiliza el cine para proyectar su visión geopolítica, mostrando una China fuerte, autosuficiente y capaz de liderar iniciativas de paz y desarrollo en otras partes del mundo.
La Competencia Cinematográfica Global: ¿Un Futuro Multipolar?
La competencia entre Estados Unidos, la Unión Europea y China por la influencia a través del cine refleja una lucha por el poder cultural en un mundo cada vez más globalizado. Mientras que Hollywood sigue dominando la producción y distribución de películas a nivel mundial, Europa y China han incrementado sus esfuerzos para fortalecer su presencia en el ámbito cinematográfico. El cine, como herramienta de soft power, es una batalla por la influencia cultural, política y económica, y en ella, cada región busca proyectar su visión del mundo al resto del planeta.
El cine se ha consolidado como un instrumento clave en la diplomacia cultural y la política internacional. Mientras Hollywood sigue siendo la mayor potencia cinematográfica, Europa y China luchan por su espacio en la escena global. El futuro de la competencia cinematográfica será decisivo para definir las narrativas globales y las relaciones de poder en el siglo XXI.
Fuente: LISA News
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