“El progreso no sirve… si éste ha de traducirse inexorablemente en un aumento de la incomunicación y la violencia, de la autocracia y la desconfianza, de la injusticia y la prostitución del medio natural, de la explotación del hombre por el hombre y de la exaltación del dinero como único valor”. – Miguel Debiles
Quien se estruja ante el gélido frío, ante la sed más abrumadora, ante la desdicha más penosa, ante el silencio más grande, ante la desesperanza más aguda, ante la infertilidad del amor donde acuciantes lágrimas se vierten en aquellos muertos que ya no poseen voz, en aquellos mutilados de sueños, en aquellos descalzos que fallecieron con un hambre interminable, allí se ahoga una esperanza que no conoce de justicia.
Toca el corazón vecino, aletargado, que puja por sobrevivir, déjate alumbrar por sus ojos rutilantes que casi se apagan por las escenas deplorables que a diario presencian y anima a ese ser virtuoso y vulnerable a levantarse de esta forma estarás socorriendo su hondísima desventura. Pero el ser humano de hoy deja de ser sensible ante el dolor ajeno porque su ímpetu solo conoce la orgia de poder.
Estamos frente a lo más burdo y cosificado en que éste siglo se apoderó del ser humano dándole inmensos bocados de un mercado consumista que aísla a la especie y la vuelve robótica e insensible lista para matar y para ambicionar fortunas mediante actos de corrupción que emergen incesantes ante la falta de un auto razonamiento crítico y constructivo así el ser humano es un ente que se nutre de la naturaleza pero no la valora, obedece a impulsos fuera de toda lógica sin auto cuestionarse, actúa sin juicio introspectivo, auspicia lo nefasto, va tras lo que él cree es lo que más le conviene porque todo aquello que le deje réditos económicos es su debilidad porque el mismo se hizo una marioneta sin disciplina, un rebelde incoherente que no posee amor por lo que le rodea, denso y macabro sobre todo egoísta y conflictivo un ser ambicioso sin medida un ser que solo vive para robar. Bien lo expresó Paulo Freiré “Los opresores, falsamente generosos, tienen necesidad de que la situación de injusticia permanezca a fin de que su ‘generosidad’ continúe”.
Conforme ascienda la violencia en el Ecuador y en el mundo el mal será más sucesivo e inmediato. Si no recapacitamos, si no crecemos adheridos en el amor al arte, en el amor a la naturaleza y en el amor por la vida de nuestro presente solo quedará una flor marchita y su debilidad será convertida en polvo, en un polvo que transcurra enredado en el vaivén de un viento fúnebre donde nada quede de nosotros.
Fuente: La Nación
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