Y al instante yo estaba en el Espíritu; y he aquí, un trono establecido en el cielo, y en el trono, uno sentado. Y el aspecto del que estaba sentado era semejante a piedra de jaspe y de cornalina; y había alrededor del trono un arco iris, semejante en aspecto a la esmeralda. Apocalipsis 4:2-3
El apóstol Juan estaba exiliado en la isla de Patmos y desde allí le fue revelado el libro del Apocalipsis o de Revelaciones. En una visión pudo ver el cielo, y en él un Trono, símbolo de poder y autoridad ejercido por un Ser Superior, cuyo aspecto era semejante a una piedra de jaspe. Esta piedra es traslúcida como el cristal de roca, transparente, reflejando la Santidad de Aquel Ser. La piedra cornalina es de color rojo, símbolo de la ira de Dios en contra de todos los rebeldes. Estas piedras también están relacionadas con las tribus de Rubén y de Benjamín. Alrededor de este Trono estaba un arco iris semejante a la piedra de esmeralda, color que simboliza la esperanza relacionada con la misericordia de Dios. Que hermosa combinación que ve Juan en esta visión, por un lado el poder y la majestuosidad del altísimo, ejerciendo su ira contra los que se han rebelado en contra de su autoridad, pero al mismo tiempo la misericordia que alcanza a todo aquel que reconoce que Jesucristo es Aquel que está sentado en ese Trono, quien vino por primera vez a morir por la humanidad para que esta tenga el regalo de la vida eterna, pero vendrá por segunda vez a llevarse consigo a su iglesia. Jesucristo es el Señor, y vive y reina por los siglos de los siglos.
Fuente: La Nación
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