Pra. Miriam Florencia/ Guayaquil
Aunque el pecador haga mal cien veces, y prolongue sus días, con todo yo también sé que les irá bien a los que a Dios temen, los que temen ante su presencia; y que no le irá bien al impío, ni le serán prolongados los días, que son como sombra; por cuanto no teme delante de la presencia de Dios. Eclesiastés 8:12-13
Mucha gente clama justicia, crímenes aparentemente impunes que provocan la tristeza y desesperación de aquellos que sufren el dolor de ver partir a un ser amado por causa de la maldad de otros que sin escrúpulos atentan contra la vida de su prójimo, pero no solamente la muerte causa dolor sino también todo acto de maldad que termina con la paz y seguridad de las personas. Quienes hacen tales actos piensan que se burlan de la ley, que no les pasa nada y viven sin temor de Dios, pero aunque vivan mucho tiempo, sus vidas son vacías, sin propósito, no disfrutan nada de lo que tienen pero un día se enfrentarán ante el juicio de Dios y allí recibirán su merecido, porque no tuvieron temor de Dios, en cambio la persona que sí tiene temor de Dios y le ama, aunque aparentemente viva una vida difícil acá en la Tierra, sí tiene un propósito en su vida, y ese propósito es tener una relación personal con Dios, conocerlo, amarlo y adorarlo, y al final también tendrá su justicia, porque gozará de la vida eterna al lado de Dios para siempre. Para reflexionar: ¿Ha sido víctima de alguna injusticia, y sufre al pensar que la persona que la causó anda tranquila como si nada hubiera hecho? ¿Siente deseos de hacer justicia por sus propias manos? ¿Confía en que el Señor tiene el poder para juzgar sus causas de una manera justa?. Sí Él lo puede hacer, solo confíe y espere que a su tiempo llegará la justicia que tanto espera.
Fuente: La nación
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