A todos los ecuatorianos, extranjeros legalizados o no, y guayaquileños que habitamos en esta ciudad: amable, generosa y de buen corazón, que abre sus puertas de par en par para recibir a quién lo necesita, con mucho pesar y vergüenza ajena tenemos que aceptar que los políticos de turno nos han convertido en una gran CACHINERIA Y REFUGIO DEL MAL de todo lo inmoral y prohibido que proliferan por los cuatro costados.
La pobreza y mendicidad política nos están convirtiendo en el basurero nacional.
Las cárceles están llenas de foráneos, que las abarrotan con el cuento de mayor seguridad, los vehículos robados en otras provincias aparecen en Guayaquil, los delincuentes más peligrosos son huéspedes honorarios del principal reclusorio nacional.
El Gobernador de la provincia, la Prefecta Provincial y el alcalde del Cantón, si es que se consideran hijos de esta generosa ciudad deberían hacer un frente común con la Junta Cívica de la Ciudad Puerto y actuar con la rapidez necesaria para rescatar a una ciudad que pide a gritos volver a lo que fue: PERLA DEL PACÍFICO, emporio industrial, comercial y agrícola, porque en el deporte en general desde hace muchos somos segundones o tercerones.
Fuente: La Nación
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