En un mundo donde la salud y la nutrición ganan terreno en la agenda del consumidor, la industria de alimentos se enfrenta al desafío de hacer que los productos saludables resulten igual de atractivos que los ultraprocesados. Es aquí donde tecnologías emergentes como la resonancia magnética funcional (fMRI) y la inteligencia artificial (IA) están marcando un antes y un después. Juntas dan forma a una nueva disciplina: el neuromarketing computacional, que se propone entender cómo el cerebro responde ante alimentos saludables para mejorar su aceptación en el mercado.

¿Qué es el neuromarketing aplicado a la industria alimentaria?
El neuromarketing alimentario analiza cómo los estímulos sensoriales —como el sabor, la textura, el color, el aroma o el empaque— influyen en la percepción del producto y en la decisión de compra. En lugar de basarse únicamente en encuestas o grupos focales, esta disciplina emplea herramientas de neurociencia como el fMRI para observar, en tiempo real, las respuestas del cerebro frente a ciertos alimentos. Así, se obtienen datos objetivos sobre cómo el consumidor percibe el sabor saludable, más allá de sus opiniones racionalizadas.
fMRI: visualizando el placer y la aversión en el cerebro
La resonancia magnética funcional permite mapear el cerebro mientras el consumidor experimenta un alimento. Esta técnica detecta qué regiones cerebrales se activan y en qué medida. Por ejemplo:
- Corteza orbitofrontal: se activa cuando el producto produce placer o recompensa.
- Núcleo accumbens: responde a estímulos placenteros y predice comportamientos de compra.
- Corteza prefrontal dorsolateral: se vincula a decisiones racionales, como elegir productos por sus beneficios nutricionales.
Estas activaciones permiten predecir con gran precisión si un producto saludable, como un snack sin azúcar o un yogur bajo en grasa, será bien recibido.
Inteligencia artificial: el cerebro de los datos
El segundo componente clave de esta revolución es la inteligencia artificial, en especial los algoritmos de aprendizaje automático. Gracias a estas herramientas, es posible procesar los enormes volúmenes de datos generados por el fMRI y encontrar patrones útiles. Algunas aplicaciones concretas son:
- Clasificación automática de las respuestas cerebrales a diferentes tipos de alimentos.
- Predicción del éxito comercial de productos nuevos, con base en reacciones neuronales.
- Segmentación de consumidores según su perfil neurológico: hedonistas, racionales, sensibles a la marca, etc.
- Optimización de campañas de marketing sensorial, basadas en datos empíricos más que en suposiciones.
Por ejemplo, científicos de ETH Zurich lograron desarrollar un modelo que predice con un 80% de certeza si un consumidor comprará un alimento saludable, solo al analizar su actividad cerebral frente a imágenes del envase y los datos nutricionales.
Más allá del marketing: implicaciones éticas y futuras
Si bien el neuromarketing computacional abre un abanico de posibilidades para reformular productos saludables y lograr su aceptación masiva, también plantea cuestionamientos éticos. ¿Qué tan profundo deben llegar las marcas en la mente del consumidor? ¿Existe el riesgo de manipulación? Estas preguntas ya están sobre la mesa mientras avanza esta prometedora tecnología.
Sin embargo, si se maneja con responsabilidad, esta combinación de neurociencia e inteligencia artificial podría transformar la manera en que comemos, haciendo que la alimentación saludable no sea solo una decisión racional, sino también una experiencia placentera y deseada.
Fuente:
The Food Tech
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