La falta de un plan de transición tras la ofensiva israelí en Gaza mantiene al enclave en el caos, mientras se agrava la crisis humanitaria.

Tiroteos en medio de la ayuda: un fin de semana sangriento
Durante el fin de semana, soldados israelíes abrieron fuego contra palestinos en dos incidentes separados cerca de centros de distribución de alimentos. Esto dejó un saldo de víctimas en medio de la desesperación por conseguir comida. El sábado, las tropas dispararon cerca de un centro de distribución gestionado por contratistas privados respaldados por Israel. El domingo, lo hicieron cerca de un convoy de alimentos de la ONU mientras una multitud hambrienta se congregaba. El ejército israelí justificó los disparos como “advertencias” ante supuestas amenazas. Sin embargo, testigos denunciaron el uso excesivo de fuerza en zonas ya devastadas por la guerra.
Ayuda fragmentada y un vacío de poder
La falta de planificación israelí para la posguerra en Gaza ha provocado un escenario de hambre y desesperación. Esto se mezcla con el caos en la entrega de ayuda humanitaria. Israel insiste en que las distribuciones deben realizarse en zonas fuera del control de Hamás para evitar robos. Este sistema, sin embargo, obliga a miles de palestinos a cruzar líneas militares. Esto los expone al peligro de ser heridos o muertos por fuego real. Tanto el sistema respaldado por Israel como el liderado por la ONU han mostrado limitaciones. Ambos reflejan una realidad donde las soluciones improvisadas no reemplazan a una gobernanza funcional.
La destrucción de Gaza y la ausencia de un plan político
Israel ha destruido gran parte de la infraestructura de Gaza y debilitado a Hamás. Sin embargo, no ha definido un plan para establecer un gobierno de transición. El primer ministro Benjamín Netanyahu ha bloqueado repetidamente iniciativas para devolver el control a la Autoridad Palestina o crear estructuras alternativas de gobierno. Esto sucede bajo la presión de sus aliados de extrema derecha que rechazan ceder control del enclave. Esta postura ha generado un vacío de poder que alimenta el caos. Además, provoca la proliferación de bandas, el retorno de facciones armadas y dificulta la distribución ordenada de la ayuda.
El caos como rutina diaria
La desesperación de la población palestina por conseguir alimentos ha generado escenas de empujones y aglomeraciones. La escasez de comida obliga a las personas a recorrer kilómetros y enfrentar riesgos mortales para conseguir una bolsa de arroz o un poco de pan. La Fundación Humanitaria de Gaza, creada con respaldo israelí y estadounidense, ha reemplazado en gran parte al sistema de la ONU. Sin embargo, la centralización de los puntos de ayuda ha agravado la violencia en las rutas de acceso. Además, soldados israelíes continúan usando munición real en lugar de métodos no letales para controlar a las multitudes.
Aislamiento internacional de Israel y dudas internas
La comunidad internacional ha incrementado su presión sobre Israel. Países como Reino Unido, Francia y Japón calificaron de “inaceptable” la situación y pidieron el fin inmediato de la guerra. Sin embargo, Netanyahu sostiene que no habrá plan de posguerra hasta que Hamás sea completamente derrotado. Críticos dentro de Israel advierten que la ausencia de un plan político solo refuerza la persistencia del grupo. Esto prolonga la violencia.
Incluso figuras como el ex primer ministro Ehud Olmert cuestionan si el caos es resultado de una mala planificación. También sugieren que podría ser una estrategia deliberada de Israel para mantener el control del territorio sin asumir las responsabilidades de la administración civil.
Un enclave atrapado entre la guerra, el hambre y la anarquía
Tras casi dos años de conflicto, Gaza se ha convertido en un territorio devastado donde la anarquía se ha normalizado. Analistas advierten que sin una estrategia de gobernanza, el vacío será llenado por Hamás o por facciones armadas. Esto perpetuará el ciclo de violencia y dejará a la población civil atrapada entre el hambre y el riesgo constante de morir por fuego cruzado.
La crisis humanitaria en Gaza es, en el fondo, un reflejo de la falta de claridad sobre el futuro político del enclave. Sin una solución política integral que defina quién gobernará Gaza tras la guerra, la población palestina seguirá enfrentando una doble amenaza. Enfrentarán tanto la violencia como el hambre.
El conflicto en Gaza ha revelado una profunda crisis humanitaria y política. La falta de un plan de transición por parte de Israel mantiene a Gaza en un estado de anarquía. Esto agrava el sufrimiento de su población y dificulta la paz en la región. Mientras no se defina un futuro político para el enclave, los episodios de violencia y el riesgo de hambruna seguirán siendo una trágica rutina diaria para millones de personas.
Fuente: The New York Times
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