NO HAY IZQUIERDA, HAY NARCO-COMUNISMO.
NO HAY SOCIALISMO DEL S.XXI, HAY NARCOTERRORISMO TRANSNACIONAL.
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En 1985 Gorbachov eliminó restricciones (glásnost), aperturó libertades (perestroika), provocando la disolución de la URSS, cortó ayuda a Cuba.
Con la extradición de Lehder a EE. UU., en 1987, se establece la conexión del cartel de Medellín con Panamá y la Habana, a través de los generales Noriega y de la Guardia. Al descubrirse la vinculación del régimen cubano con el narcotráfico, castro aprovechó para eliminar al general Arnaldo Ochoa, que le exigía «glásnost» «perestroika» en Cuba, lo procesaron por narcotráfico y fusilaron, mientras al general de la Guardia, contacto de Escobar, lo condenaron a 30 años de reclusión, para salvar el «prestigio de la revolución».
En 1989 se agudizó la crisis comunista, con la caída del muro de Berlín, todo ello los hizo dependientes del narcotráfico. A partir de aquí, dejan de ser comunistas y se transforman en narco-comunistas, por la fuente de financiamiento de sus operaciones.
En 1990 condenan a Noriega, en EE. UU., mientras a Lehder le rebajan su condena.
El Foro de Sao Paulo decide tomarse el poder político en América con prácticas terroristas que consisten en infiltrar los órganos electorales para alterar la votación, tomar el poder político de los países infiltrados donde proscriben la voluntad popular; instaurar narco-Estados plurinacionales oclocleptocráticos que someten a la población a leyes diseñadas para favorecer el delito y proteger a los criminales, anteponiendo los derechos humanos y el garantismo penal, al interés general de la sociedad. Surge el narcoterrorismo transnacional, autodenominado socialismo del s.XXI.
Para lo cual desarman a la población civil, anulan la capacidad de respuesta de la fuerza pública ante el hampa, infiltran las instituciones públicas con delincuentes, permiten la toma de los espacios públicos y políticos al hampa, a la que tratan como los naturales aliados de la «revolución».
Todo lo cual provoca inseguridad, corrupción generalizada, fraude electoral, injusticia e impunidad.
En consecuencia, mientras se los trate como «partidos de izquierda», como «populismo del s.XXI», seguirán interviniendo en elecciones, vandalizando los países en donde no alcanzan el poder. No se los podrá neutralizar selectivamente, porque al no tratarlos como terrorismo, sus actos, por atroces que sean, no pueden ser reprimidos con armas letales, ya que los resguardan organismos de «DDHH» y «defensorías del pueblo», «defensorías públicas», que anulan el derecho-obligación del Estado, de proteger a su población de la agresión interna.
Fuente: La nación
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