Una despedida serena y digna
El 14 de junio de 2025 falleció Violeta Barrios de Chamorro, una figura clave en la historia contemporánea de Nicaragua y América Latina. Tenía 95 años y murió rodeada del afecto de su familia, tras una prolongada enfermedad. Su legado se destaca no solo por ser la primera presidenta elegida democráticamente en América, sino también como la mujer que llevó la paz a un país desgarrado por la guerra.
Antes de dejar el poder en 1997, Violeta Barrios de Chamorro pidió perdón por los errores cometidos, pero expresó satisfacción. Dijo haber cumplido el sueño de su esposo, Pedro Joaquín Chamorro: que Nicaragua volviera a ser República.

Del dolor personal al compromiso político
La vida de Violeta Barrios de Chamorro estuvo marcada por la tragedia. Su esposo fue asesinado en 1978 por oponerse al régimen de Somoza. Este crimen detonó el fin de la dictadura y reforzó su determinación. Desde entonces, hizo suya la consigna: “Nicaragua volverá a ser República”.
A pesar de pertenecer a una familia acomodada, Violeta Barrios de Chamorro fue criada con principios de austeridad. A los 14 años fue enviada a estudiar inglés en Estados Unidos. Sin embargo, regresó a Nicaragua tras la muerte de su padre y asumió responsabilidades familiares.
La inesperada victoria democrática
En las elecciones de 1990, contra todos los pronósticos, Violeta Barrios de Chamorro venció al entonces presidente sandinista Daniel Ortega. Su candidatura, apoyada por una coalición de 14 partidos, marcó el fin de una guerra civil que había dejado más de 50.000 muertos.
Ella asumió la presidencia en un contexto de profunda polarización y colapso económico. Aunque enfrentó críticas por su falta de experiencia, afirmó con firmeza que ella mandaba en la UNO, no su yerno Antonio Lacayo.
Un gobierno de reconciliación y transformación
El mayor logro de Violeta Barrios de Chamorro fue pacificar el país y lograr una transición democrática. Redujo el tamaño del Estado, implementó reformas económicas, y promovió el desarme. Pese a controversias, mantuvo a Humberto Ortega como jefe del Ejército, lo que aseguró estabilidad institucional.
Su estilo de liderazgo, maternal y firme, desmitificó el poder masculino tradicional en Nicaragua. De hecho, según la socióloga Sofía Montenegro, su papel fue crucial para redefinir el rol de la mujer en la política regional.
Una familia dividida por la política
Durante su presidencia, Violeta Barrios de Chamorro vivió en carne propia la polarización. De sus cuatro hijos, dos eran sandinistas y dos opositores. No obstante, mantenía la unidad familiar al prohibir hablar de política en la mesa. Este gesto reflejaba su búsqueda constante de reconciliación.
Al concluir su mandato, no buscó la reelección. En palabras del periodista Eduardo Enríquez, estaba deseosa de regresar a su casa. Su gestión fue reconocida incluso por Daniel Ortega, quien valoró su papel en la despolarización del país.
Sus últimos años en el exilio
En 2023, Violeta Barrios de Chamorro se trasladó a Costa Rica, abandonando su hogar en Managua. Allí vivió sus últimos días en paz. En esa casa permanecían objetos emblemáticos de su historia: el automóvil donde fue asesinado su esposo, fotos familiares y memorias de lucha.
Tras su fallecimiento, su familia anunció que sus restos descansarán en San José hasta que «Nicaragua vuelva a ser República». Ese deseo resume la esencia de su legado.
Violeta Barrios de Chamorro no solo derrotó a Ortega en las urnas. También venció el miedo, la guerra y el autoritarismo, con coraje y convicción. Su legado, en un país aún dividido, permanece como símbolo de esperanza, reconciliación y democracia.
Más noticias:
Recuperan la segunda caja negra del avión siniestrado en India
Fuente: