Donald Trump planea una ofensiva minera en el fondo del océano Pacífico que podría tener consecuencias catastróficas para el medio ambiente. El expresidente impulsa un proyecto que busca extraer minerales estratégicos como cobalto, cobre, manganeso y tierras raras, esenciales para las tecnologías modernas. Su objetivo: reducir la dependencia de Estados Unidos respecto a China en el suministro de minerales críticos.
Un impulso económico a costa de los océanos
La minería submarina promete enormes beneficios económicos, pero los riesgos ambientales son igualmente descomunales. Trump ha firmado una orden ejecutiva que facilita el almacenamiento de minerales extraídos del lecho marino y agiliza los procesos de autorización. Sin embargo, la falta de adhesión de Estados Unidos a la Convención de la ONU sobre el Derecho del Mar lo deja en una posición legal incierta ante la Autoridad Internacional de los Fondos Marinos (ISA).
Tensiones diplomáticas y un precedente peligroso
Actuar sin respaldo internacional podría generar conflictos diplomáticos y abrir la puerta a una explotación descontrolada de los océanos. La falta de regulación global efectiva convierte esta iniciativa en una amenaza potencial para los ecosistemas marinos a escala planetaria.
Advertencias de la comunidad científica y ambientalista
Empresas como The Metals Company ya buscan permisos para explotar comercialmente el lecho marino, mientras organizaciones como Greenpeace advierten sobre daños irreversibles. La minería submarina, aún en fase experimental, implica la destrucción de hábitats marinos, poniendo en riesgo especies y equilibrios naturales poco conocidos.
Una carrera que podría acelerar la destrucción ambiental
El impulso de Trump refleja una preocupante desconexión entre ambiciones económicas y preservación ambiental. Si no se detiene, esta ofensiva minera podría acelerar la degradación de uno de los pulmones azules del planeta, desatando una crisis ecológica de alcance global.
Fuente: Gizmodo
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