La crisis de falta de agua en el sur de Quito, que afecta a más de 400.000 personas, ha dejado al descubierto la fragilidad del sistema de agua potable de la capital. Hay una necesidad urgente de una política de prevención. Esta debería proteger este servicio vital frente al cambio climático y los riesgos geológicos.

Un deslizamiento que expuso la vulnerabilidad
El 9 de julio de 2025, un deslizamiento de tierra en la zona del Antisana, tras intensas lluvias, provocó la rotura de la tubería de captación del sistema La Mica, principal proveedor de agua del sur de Quito. Este hecho no puede considerarse un accidente aislado. Es una advertencia de lo que puede ocurrir si no se fortalece la resiliencia de la infraestructura hídrica de la ciudad.
La magnitud del impacto ha dejado a miles de familias obligadas a cargar agua en canecas, a caminar largas distancias o a esperar durante horas la llegada de tanqueros. Mientras, se exponen a riesgos sanitarios y afectan sus actividades cotidianas, laborales y educativas.
Falta de planificación frente a los efectos del clima extremo
Quito es una ciudad de alta montaña, con riesgos sísmicos, volcánicos e hidrometeorológicos que requieren una planificación sólida para proteger sus sistemas de agua. Sin embargo, la respuesta a esta emergencia ha sido reactiva, sin planes estructurales que permitan anticipar eventos extremos como lluvias intensas, deslizamientos o sequías prolongadas.
Especialistas en gestión de riesgos, urbanismo e ingeniería coinciden en que es urgente diversificar las fuentes de agua, reforzar las estructuras de captación y conducción. También se debe establecer sistemas de monitoreo en tiempo real para detectar fallas o movimientos de tierra que puedan poner en riesgo el servicio.
Lecciones de prevención: el caso del volcán Cotopaxi
En el pasado, la ciudad demostró que es posible actuar con previsión, como en el caso de la construcción de tuberías elevadas para proteger el sistema de agua en caso de una eventual erupción del volcán Cotopaxi. Este tipo de soluciones pueden replicarse para blindar las estructuras ante deslizamientos, erupciones de menor magnitud o lluvias extremas.
Asimismo, la interconexión entre sistemas como La Mica, Paluguillo y Payac, junto al uso de acuíferos urbanos como fuentes de respaldo, son alternativas que deben ser implementadas con urgencia para garantizar la continuidad del servicio incluso en situaciones críticas.
Distribución de agua sin criterios técnicos y de equidad
Uno de los problemas más graves evidenciados durante esta emergencia ha sido la desorganización en la entrega de agua por medio de tanqueros. La falta de planificación y de criterios técnicos en la distribución, sumada a la ausencia de estimaciones sobre la calidad y cantidad del agua entregada, expone a la población a riesgos sanitarios y genera inequidad entre barrios.
Es fundamental que el Municipio de Quito establezca protocolos claros para la entrega de agua en emergencias, priorizando a adultos mayores, personas con discapacidad y comunidades de difícil acceso. Así, se garantiza condiciones de dignidad y seguridad sanitaria para todos.
Urgencia de un plan preventivo de largo plazo
La crisis actual es un llamado de atención para las autoridades locales y nacionales, quienes deben trabajar en conjunto para construir un plan de prevención integral que incluya:
- Infraestructura resistente al cambio climático y a eventos geológicos.
- Mapas de vulnerabilidad actualizados.
- Monitoreo y alerta temprana de riesgos en zonas críticas.
- Gobernanza técnica y planificación a largo plazo del sistema de agua.
- Educación comunitaria sobre uso responsable del agua y preparación ante emergencias.
Quito no puede seguir operando desde la reacción mientras las amenazas naturales aumentan con la crisis climática. Lo que está en juego no es solo el servicio de agua potable. También está en riesgo la salud, seguridad y dignidad de cientos de miles de quiteños que necesitan garantías de acceso a este derecho humano fundamental.
Fuente: EL COMERCIO
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