A quien me juzgue…le presto mis zapatos para que ande el camino que he tenido que recorrer.
A quien me critique…le presto mi maleta para que cargue con el peso que he tenido que soportar.
A quien me mire… a quien invente…a quien hable de mi…le presto la vida que me ha tocado vivir…»
* Fernando Garcia *
Hermoso mensaje, que me llega al corazón.
Y es que hoy, por hoy, nos hemos dado a la fácil tarea de juzgar, parecería que nos hubiéramos titulado de jueces, con gorrita y todo y lo más terrible de este juzgamiento, es que nadie se salva de una mala crítica, porque si el comentario fuera positivo, sería grato escucharlo.
Siempre he pensado y sigo pensando que las personas que se dedican a juzgar a otros, a reírse a carcajadas de sus defectos y a intentar corregir vidas ajenas, están mirándose reflejados en esas personas y están haciéndose una autocrítica, de cómo debieron manejar sus vidas y no lo hicieron.
Evitemos juzgar a la ligera y pensemos, que es muy difícil conocer los porque y los cómo, de cada vida, de cada ser humano.
Miremos no un poco más el espejo y analicemos que nos gustaría cambiar en nosotros mismos, que nos molesta tanto de los demás.
A lo mejor y es muy posible, que lo que nos molesta tanto y causa nuestro enfado y nuestro repudio, interiormente nos gustaría que exista en nosotros o es algún defecto secreto que poseemos que desearíamos eliminar.
Extraño y muy usual conflicto.
Generemos con nuestras actitudes, pensamientos y sentimientos positivos, y generemos esa luz propia, que vemos brillar en otros.
Hace pocos días, observando a una persona conocida, veía que hace una mueca, porque alguien delante de ella, bailaba muy bien.
Ya antes había observado esos ritos de molestia y envidia, que se le forma en los labios que demuestra desagrado y supuestamente es su amiga.
Así mismo, poniendo más atención, me fije que han comenzado a aparecer las típicas líneas de expresión de envejecimiento prematuro, por utilizar movimientos inadecuados y poco gratos con su rostro, muecas, que afectan tanto su expresión, que se torna de amargura.
Ganas de explicarle que no lo haga, me tentaron muchas veces, pero me contuve, porque hoy en día, son muy pocas las personas, que les agrada una buena observación y corrigen defectos insanos.
En fin, es conocido por todos, que sonreír, nos dejará marcas y huellas en nuestra piel, que serán el fiel reflejo de las veces que reímos sanamente y fuimos e hicimos felices a nuestro corazón y a nuestro entorno.
De tal suerte que intentemos evitar juzgar, evitemos esas reuniones, donde no hay una sana e inteligente conversación, sino un juzgar a media humanidad, que como bien lo señala el mensaje, nadie está en los zapatos de nadie, nadie conoce las verdaderas circunstancias de una vida privada, por lo que deberíamos tener un poco de caridad en nuestra lengua, y es aquí, donde debemos evitar el tener que encontrarnos, de regreso, con el poder que tienen nuestras palabras, que con el tiempo vuelven a su lugar de origen y golpean fuerte, muy fuerte, más fuerte de lo que podríamos imaginar.
Seamos mejores personas cada día, para brillar con esa luz propia, que todos tenemos, si la sabemos cultivar y mantener.
Dios y la Mather nos llenen de sabiduría, comprensión y compasión hacia nuestros semejantes.
Fuente: La nación
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