El nuevo paso elevado en Guayaquil sobre la avenida de las Américas funciona ya al 100 %. Con cuatro carriles por sentido y 315 metros de longitud, esta infraestructura moderna canaliza más de 140 000 vehículos diarios. Además, enlaza de forma fluida el aeropuerto José Joaquín de Olmedo con las avenidas Narcisa de Jesús e Isidro Ayora y, por extensión, con los cantones de Samborondón y Durán. Por consiguiente, la obra se erige como un nodo estratégico dentro del plan vial integral del cabildo.
Magnitud constructiva y cronograma eficiente
El viaducto elevado del norte corresponde a la segunda fase de una solución vial de USD 18,5 millones. Según explicó el alcalde Aquiles Alvarez, la construcción avanzó con celeridad: nueve meses para el tramo norte-sur y ocho meses para el tramo sur-norte. Asimismo, se instalaron barandas galvanizadas, iluminación LED y capas de asfalto polimérico, lo que incrementa la durabilidad y la seguridad de la vía.
Beneficios tangibles en los tiempos de viaje
Desde la apertura parcial en octubre de 2024, los trayectos de la Troncal 2 de la Metrovía se redujeron hasta veinte minutos. En consecuencia, el nuevo paso elevado genera ahorros económicos y menor estrés vehicular. Además, según testimonios ciudadanos, la avenida “fluye sin embotellamientos”, un cambio crucial para barrios como Simón Bolívar y Martha de Roldós.

Conexiones complementarias y obras adyacentes
Paralelamente, el Municipio construye una intersección divergente en la avenida Isidro Ayora, cuyo estreno se prevé para finales de junio. Esta pieza adicional optimizará el tránsito continuo hacia zonas industriales y residenciales. Por otro lado, se realizan tareas de sellado de juntas y adoquinado del parterre central, lo que prolongará la vida útil del pavimento y, además, facilitará tareas de mantenimiento futuro.
Proyección de movilidad y sostenibilidad urbana
El nuevo paso elevado en Guayaquil representa la apuesta municipal por infraestructuras resilientes y socialmente inclusivas. Sin embargo, especialistas advierten que se requiere integrar sistemas de transporte público eficientes y políticas de movilidad inteligente. Así, la ciudad podrá reducir su huella de carbono, impulsar la competitividad logística y, sobre todo, consolidar un crecimiento urbano equilibrado.
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