El viernes pasado, las fuerzas de la Policía Nacional de Ecuador irrumpieron en la embajada de México en Quito con la intención de detener al exvicepresidente Jorge Glas, quien había estado allí desde diciembre esperando la tramitación de su solicitud de asilo, recientemente concedida por el Gobierno mexicano.
El presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, denunció la violación flagrante del derecho internacional y de la soberanía de México, anunciando la instrucción de la suspensión inmediata de relaciones diplomáticas con Ecuador.
El Gobierno ecuatoriano justificó la incursión en la embajada argumentando el abuso de inmunidades y privilegios concedidos a la misión diplomática que alojaba a Glas, así como la concesión de un asilo diplomático contrario al marco jurídico convencional.
Jorge Glas, quien fue vicepresidente durante el mandato de Rafael Correa, estuvo encarcelado entre 2017 y 2022 por casos de asociación ilícita y cohecho, aunque siempre mantuvo su inocencia. Recientemente, la Justicia de Brasil anuló pruebas relacionadas con el caso Odebrecht que lo involucraban.
Tras recuperar la libertad en 2022, Glas enfrentó una nueva orden de detención por parte de la Fiscalía de Ecuador, esta vez por su presunta participación en malversación de fondos en la reconstrucción de una provincia afectada por un terremoto en 2016.
Al buscar evitar su detención, Glas se refugió en la embajada de México en Quito, donde permaneció bajo la condición de «huésped» mientras se resolvía el proceso de su solicitud de asilo.
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