La rebelión de las bases de la Conaie desafía el liderazgo de la dirigencia indígena

Bases indígenas de la Conaie protestan en Imbabura y desafían el liderazgo nacional del movimiento

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La rebelión de las bases de la Conaie ha evidenciado una profunda división interna en el movimiento indígena ecuatoriano. Representantes, dirigentes y exdirigentes reconocen la pérdida de cohesión y la creciente tensión entre la estructura nacional y las comunidades que la integran.

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El 16 de octubre de 2025, el ministro del Interior, John Reimberg, anunció en Otavalo el levantamiento del paro nacional. Sin embargo, el mensaje generó confusión. Horas después, las bases indígenas rechazaron el acuerdo, desconocieron a sus representantes y mantuvieron bloqueos en varias vías de Imbabura, demostrando que la dirigencia no controla del todo la movilización.

Las comunidades desconocen acuerdos y desafían a sus líderes

La rebelión de las bases de la Conaie se manifestó con protestas espontáneas y exigencias de transparencia. Comunidades del norte del país denunciaron haber sido excluidas del diálogo con el Gobierno y exigieron una asamblea pública.

La alcaldesa de Otavalo, Anabel Hermosa, confirmó que el proceso de diálogo continúa, pero aclaró que “nadie ha dicho que se ha acabado el paro”. Este mensaje reafirmó el distanciamiento entre las decisiones políticas y las demandas sociales de las bases.

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Horas más tarde, la Conaie, encabezada por Marlon Vargas, emitió un comunicado. En él aclaró que su dirigencia no participó en las negociaciones con el Gobierno y pidió “no dejarse dividir”. Además, anunció un proceso de reorganización de la resistencia indígena a nivel nacional.

Cuestionamientos al liderazgo de Marlon Vargas

La rebelión de las bases de la Conaie también refleja una crisis de legitimidad en la dirigencia actual. Varios dirigentes reconocen que existen discrepancias por la forma en que se gestionaron las conversaciones con el régimen.

Lauro Sigcha, presidente de la Federación de Organizaciones Campesinas del Azuay, afirmó que algunos líderes “han sido cooptados por el Gobierno” y que las bases han decidido desconocerlos. Según Sigcha, el cansancio de los manifestantes no implica rendición, sino desconfianza hacia quienes, en su opinión, no defendieron con firmeza las demandas populares.

Koya Shugulí, política indígena, coincidió en que existe frustración y decepción. “Las bases sienten que sus líderes no lograron movilizar el paro en todo el territorio. Por eso no quieren desmovilizarse”, declaró.

Una dirigencia que busca recomponerse

El liderazgo de Marlon Vargas ha sido cuestionado no solo por la coyuntura actual, sino también por su reciente llegada a la presidencia de la Conaie. Según Sigcha, el dirigente “debe ajustar su gestión y corregir errores”, ya que el movimiento enfrenta una lucha desigual frente al Estado.

El exdirigente Floresmilo Simbaña considera que la falta de resultados concretos y la ausencia de documentos firmados con el Gobierno generaron la desconfianza. “El acuerdo fue simbólico. No hubo compromiso escrito. Por eso las bases lo desconocen”, explicó.

Reorganización del movimiento indígena

La rebelión de las bases de la Conaie marca un punto de inflexión. Ante las divisiones, la organización planea reorganizar su estrategia y fortalecer su unidad.

El analista político César Febres-Cordero señala que las diferencias no deben interpretarse como debilidad, sino como parte del dinamismo del movimiento. “Este paro ha sido disperso, pero eso no significa que la Conaie esté fragmentada”, analizó.

Los expertos coinciden en que el Gobierno buscó dividir al movimiento seleccionando con quién dialogar. Sin embargo, esa táctica podría generar una reacción opuesta: fortalecer los vínculos entre comunidades, especialmente tras los fallecidos y heridos durante las protestas.

La defensa de la Constitución y la plurinacionalidad

La rebelión de las bases de la Conaie también está motivada por causas estructurales. La defensa de los principios de la Constitución de Montecristi, los derechos del ambiente y la plurinacionalidad son ejes que mantienen viva la movilización.

Sigcha advierte que, aunque la paralización cumpla más de 25 días, los pueblos indígenas seguirán organizándose. “La batalla continúa. El Estado puede intentar dividirnos, pero el compromiso sigue firme”, aseguró.

El movimiento indígena enfrenta una etapa de introspección, pero también de reafirmación. En medio de tensiones, su desafío será recuperar la confianza interna sin perder su papel como fuerza social decisiva en el Ecuador contemporáneo.

Fuente:

expreso.ec

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