La parroquia más contaminada de Quito se ubica en el norte de la ciudad, donde la interacción entre alta densidad poblacional y congestión vehicular genera una crisis ambiental. En esta zona, el aire contiene niveles alarmantes de partículas finas, dióxido de nitrógeno y ozono troposférico, elementos directamente vinculados con el uso masivo del automóvil.

Impacto del tráfico vehicular en la calidad del aire
El tráfico es el principal factor que determina que la parroquia más contaminada de Quito mantenga registros de polución elevados a lo largo del año. A diario, cientos de buses, taxis y automóviles privados circulan por calles angostas, emitiendo gases nocivos que permanecen atrapados entre edificaciones de poca altura y mal ventiladas. Además, los buses diésel contribuyen de forma desproporcionada a la emisión de hollín negro, altamente perjudicial para la salud respiratoria.
Crecimiento urbano y déficit en movilidad sostenible
El crecimiento urbano desordenado y la insuficiencia en el sistema de transporte público han intensificado los problemas de contaminación. De hecho, la parroquia más contaminada de Quito alberga más de 110 000 personas, lo cual agrava la presión sobre las vías. Pese a la existencia de rutas de transporte formal, la saturación del sistema provoca un incremento en el uso del vehículo particular.
Problemas estructurales y calidad de los combustibles
Otro factor que convierte a esta zona en la parroquia más contaminada de Quito es la baja calidad de los combustibles disponibles. El alto contenido de azufre en el diésel, junto con una combustión deficiente debido a la altitud de la ciudad, intensifica las emisiones nocivas. A esto se suma la falta de zonas de restricción vehicular y la escasa fiscalización de motores obsoletos o con fallas mecánicas.
Monitoreo ambiental y diagnóstico oficial
Según la Red Metropolitana de Monitoreo de la Calidad del Aire (Remaq), los niveles de contaminantes registrados en Cotocollao sobrepasan frecuentemente los estándares recomendados. Por ello, la parroquia más contaminada de Quito se convierte en un punto focal de análisis técnico y evaluación ambiental. La Secretaría de Ambiente ha señalado que las políticas actuales son insuficientes si no se controla el uso excesivo del automóvil.
Consecuencias para la salud pública
Finalmente, los efectos de vivir en la parroquia más contaminada de Quito se reflejan en el aumento de enfermedades respiratorias y cardiovasculares. Estudios locales indican que las partículas en suspensión afectan especialmente a niños, adultos mayores y personas con afecciones preexistentes. La exposición continua a estos contaminantes compromete no solo la calidad de vida, sino también la sostenibilidad de la ciudad en el largo plazo.
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