“La buena semilla” es una expresión que proviene de una parábola bíblica, específicamente del Evangelio de Mateo (Mateo 13:24-30). Se trata de la coexistencia del bien y el mal en el reino de los Cielos, según las enseñanzas de Jesús. También de las lecciones sobre Paciencia, Tolerancia y el Juicio Final. En esta parábola, Jesús compara el reino de los cielos con un hombre que siembra buena semilla en su campo, pero mientras duerme, su enemigo siembra cizaña entre el trigo. Cuando las plantas crecen, los siervos le preguntan si deben arrancar la cizaña, pero él les dice que esperen hasta la cosecha, para que no dañen el trigo en el proceso.
La parábola sugiere que el mal puede infiltrarse en diferentes aspectos de la vida y que su erradicación no siempre es sencilla. Puede ser una reflexión sobre la presencia del mal en el mundo y cómo enfrentarlo.
En la parábola, el hombre que siembra la buena semilla representa a Jesús, el Hijo del Hombre, y el campo es el mundo en el que vivimos. La buena semilla simboliza a los ciudadanos del reino de Dios, aquellos que siguen la voluntad de Dios y actúan con rectitud.
El enemigo, que siembra la cizaña, representa al maligno, quien intenta sembrar discordia, maldad y corrupción entre las personas. La cizaña representa a los partidarios del maligno, aquellos que actúan en contra de los principios y valores del reino de Dios.
Jesús explica que la convivencia del bien y el mal continuará hasta el fin del tiempo, que es el momento de la cosecha. En ese momento, los segadores, que son los ángeles, serán enviados por el Hijo del Hombre para separar la cizaña del trigo. La cizaña será arrancada y quemada, mientras que los ciudadanos justos del reino brillarán como el sol en el reino de su Padre.
Esta parábola destaca la paciencia y sabiduría de Dios al permitir que el bien y el mal coexistan durante un tiempo determinado. También enfatiza la responsabilidad y el juicio divino que vendrá en el momento adecuado para separar a los justos de los malvados.
En general, la parábola de la buena semilla ha sido objeto de análisis teológico, ético y filosófico, y se han extraído diversas lecciones morales y espirituales de ella. Su mensaje sobre la coexistencia del bien y el mal, la paciencia, el juicio divino y la responsabilidad individual sigue siendo relevante y objeto de reflexión en la actualidad. También ofrece esperanza a aquellos que buscan vivir en rectitud, prometiendo un futuro de recompensas y luz, según Dios.
Fuente: La Nación
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