Cada vez que un usuario escribe en una inteligencia artificial “hola”, “gracias” o “hasta luego”, en ChatGPT, se activa una poderosa infraestructura tecnológica ,que, aunque parece inofensiva, consume grandes cantidades de agua y energía.
Esto se debe a que los modelos de Inteligencia Artificial (IA), como ChatGPT en su versión 3, funcionan mediante enormes centros de datos situados a kilómetros de distancia. Cuanto más extensa y compleja sea la interacción, más recursos se requieren para procesarla.
Gigantes tecnológicos, centros sedientos
Empresas como OpenAI, Google y Meta están al frente del desarrollo de estas herramientas, pero también son responsables de sus impactos ambientales. Uno de los casos más evidentes es el del condado de Newton, en Georgia (Estados Unidos), donde Meta construyó un moderno centro de datos.
Poco después, los residentes comenzaron a notar la escasez de agua.
El precio oculto de la IA
Según el diario The New York Times, los centros de datos como el de Meta consumen en promedio 1,9 millones de litros de agua al día. Este recurso proviene de pozos y acuíferos locales que, con el tiempo, se agotan o elevan el costo del servicio de agua potable.
Los centros más recientes, diseñados para entrenar IAs más avanzadas, consumen incluso más.
Ecuador también enciende las alarmas
En Ecuador, la preocupación por el impacto ambiental de la IA va en aumento. Un estudio de la firma Metinno reveló que el 54,4% de los jóvenes entre 18 y 34 años ya utilizan ChatGPT como fuente habitual de consulta.
Ante este panorama, la organización Acción Ecológica, junto con el Ciespal, organizó un evento para discutir los riesgos ecológicos de estas tecnologías.
Recursos reales para una tecnología “virtual”
Natalie Greene, representante de Cedenma, advirtió que la IA no es un sistema etéreo. Para operar, requiere minerales, electricidad, agua e infraestructura física. Y su crecimiento no es sostenible.
Entre los datos más preocupantes presentados durante el encuentro destacan los siguientes:
- Entrenar modelos como GPT-3 emite más de 284 toneladas de CO₂, equivalente a 125 vuelos entre Nueva York y Pekín.
- Los centros de datos que sostienen la IA consumen hasta un 3% de toda la electricidad mundial.
- En tareas como el enfriamiento de servidores, se usan hasta 700.000 litros de agua al día.
- Solo en 2022 se generaron más de 50 millones de toneladas de residuos electrónicos debido al cambio constante de hardware. De ellos, apenas un 20% fueron reciclados.

Una reflexión urgente
El crecimiento vertiginoso de la inteligencia artificial exige no solo debates éticos y sociales, sino también ambientales. En países como Ecuador, donde aún no hay regulación al respecto, se vuelve urgente abrir una discusión pública sobre quién gana y quién pierde en esta revolución tecnológica.
Fuente: Primicias
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