Europa ha tomado cartas en el asunto y anunciado una inversión de 150.000 millones de euros en inteligencia artificial (IA) durante los próximos cinco años. Esta medida tiene como objetivo evitar que Europa quede atrás frente a potencias como Estados Unidos y China. La iniciativa, conocida como EU AI Champions Initiative, contará con el respaldo de más de veinte inversores.
El anuncio se hizo en la Cumbre de IA celebrada en París, un encuentro en el que los líderes europeos han adoptado un giro en su enfoque sobre la regulación de la inteligencia artificial. La UE, que fue pionera en la regulación del sector con su Ley de IA hace casi un año, ahora reconsidera su enfoque restrictivo. El presidente francés, Emmanuel Macron, ha pasado de ser un firme defensor de una regulación estricta a abogar por una IA europea más competitiva. Incluso criticó las normas “punitivas” que, según él, podrían frenar el desarrollo del sector.
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Este cambio de postura podría estar relacionado con el crecimiento de Mistral, una empresa de IA francesa que ha generado optimismo dentro de Europa. Francia planea invertir 109.000 millones de euros adicionales en el sector. Mistral, con su chatbot Le Chat, ha mostrado un rendimiento destacable y rivaliza con gigantes como ChatGPT, no solo por su rapidez sino por su capacidad para competir de igual a igual.
Sin embargo, la paradoja es clara: según EU Startups, nueve de los diez modelos de IA de código abierto más utilizados son europeos, pero ninguna empresa europea ocupa una posición dominante entre los grandes del sector, que están casi monopolizados por empresas estadounidenses.
Este millonario esfuerzo tiene como fin no solo acelerar el desarrollo de la IA, sino también monetizar el talento existente, generando productos comerciales rentables. La presión por alcanzar competitividad es urgente, especialmente al ver el avance de China con su IA DeepSeek, que ha demostrado competir con recursos limitados, y la proximidad de la AGI en Estados Unidos.
El futuro de la regulación europea es incierto, y la pregunta es si los 150.000 millones de euros serán suficientes para competir con naciones que han liderado la carrera durante años. Además, existe el riesgo de que Europa sacrifique sus principios éticos en el proceso.
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