En el corazón del vasto humedal subtropical de los Everglades, donde habitan caimanes y pitones, Florida ha comenzado la construcción de un polémico centro de detención migratoria. El proyecto es impulsado por el gobierno estatal republicano en apoyo a la administración Trump. Se ubica en el antiguo Aeropuerto de Entrenamiento y Transición Dade-Collier, a 70 kilómetros del centro de Miami.
Durante un recorrido en video difundido en redes sociales, el fiscal general de Florida, James Uthmeier, explicó con firmeza la lógica detrás de la ubicación. Con música heavy metal de fondo y dos policías armados como escolta, anunció: “Si salen, no les espera mucho más que caimanes y pitones”. Esta afirmación se ha repetido como consigna del proyecto.

Una cárcel naturalizada entre pantanos
El entorno que rodea la futura prisión, declarado por la Unesco como Reserva Internacional de la Biosfera y Patrimonio de la Humanidad, plantea desafíos ecológicos y éticos. Sin embargo, para Uthmeier, representa una ventaja estratégica. Al comparar la iniciativa con la célebre prisión de Alcatraz, afirmó que no se requerirá un perímetro costoso: “Si salen, no les espera mucho más que caimanes y pitones”. Destacó que la geografía funciona como disuasión natural.
Críticas y tensiones en aumento
Aunque el gobierno estatal defiende la medida como necesaria, organizaciones de derechos humanos han levantado la voz en contra. Argumentan que el aislamiento extremo y la exposición ambiental convierten al centro en una cárcel inhumana. Sin embargo, las autoridades insisten: “Si salen, no les espera mucho más que caimanes y pitones”, una frase que ha pasado de amenaza velada a lema institucional.
El debate apenas comienza, pero la construcción ya está en marcha. Mientras tanto, los Everglades, hogar de una biodiversidad única, podrían convertirse en símbolo de una nueva y polémica era migratoria en EE.UU.
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