Ana Changuín Vélez
Daniel Noboa Azín ha sido elegido como el próximo Presidente de la República. La incertidumbre ha dado paso a la esperanza en el corazón de los ecuatorianos, y con su elección, se encienden las luces de una nueva etapa llena de expectativas sobre la dirección que tomará el país durante su mandato.
Ante la coyuntura ecuatoriana, es previsible que el Presidente Noboa enfrentará una serie de desafíos, particularmente en lo que respecta a gobernabilidad. Esta figura, tan mencionada en términos políticos, se refiere a la capacidad del gobierno para ejercer el poder de manera efectiva, establecer políticas y tomar decisiones que sean aceptadas y ejecutadas por la sociedad.
Para hacer frente a estos retos, es importante que el Primer Mandatario constituya y cuente con un Gabinete cohesionado, donde sus miembros compartan una visión común y colaboren de manera efectiva en la resolución de los problemas del país. Además, ante el escenario de un legislativo fragmentado, deberá emplear habilidades de negociación y diálogo para implementar cambios legislativos. Atención, pues se deberá seleccionar con sabiduría las batallas a librar y buscar avanzar tanto como sea posible sin recurrir a confrontaciones innecesarias.
En la lista de prioridades, la seguridad se ubica como la principal demanda de los ecuatorianos, y existe una gran expectativa en torno a cómo se abordará esta problemática. Es un hecho público que el nuevo Presidente buscará su reelección en el próximo período electoral, y para lograrlo, será esencial construir una base política sólida que esté arraigada en la realidad del país y respaldada tanto por su partido como por sus aliados, de cara a las elecciones de 2025.
Desde la perspectiva ciudadana, resulta imperativo que el presidente electo trabaje incansablemente en recuperar la confianza pública, ya que solo así su gestión estará revestida de legitimidad. También es crucial que nunca se olvide para quién gobierna y conecte con las necesidades y aspiraciones de la población.
En este camino lleno de desafíos y expectativas, recordemos que la grandeza de una nación radica en la capacidad de sus líderes para unir a todos los ciudadanos en torno a un propósito común. Confío en que el Presidente ejercerá su mandato con sabiduría, integridad y empatía, representando de manera comprometida los intereses de todos los ecuatorianos, incluso aquellos que no votaron por él.
Fuente: La hora
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