La cultura de defensa civil que mantiene vigentes los búnkeres nucleares
Desde hace décadas, Suiza ha mantenido un enfoque singular en lo que respecta a la protección de su población: una red subterránea de más de 370.000 búnkeres nucleares. Esta cifra supera incluso el número total de habitantes del país. La ley suiza exige que toda persona, ya sea ciudadano o residente, tenga acceso a un refugio cercano y funcional en caso de emergencia.
La construcción de estos refugios se remonta a la Segunda Guerra Mundial, cuando Suiza, rodeada por potencias en guerra, optó por una defensa silenciosa pero sólida. Con paredes de hormigón de dos metros, sistemas de filtrado de aire y entradas ocultas, estos espacios ofrecen protección contra amenazas nucleares, biológicas y químicas.
Por qué Suiza sigue apostando por los búnkeres
El uso de búnkeres nucleares no es simplemente una reliquia del pasado. La reciente guerra en Ucrania ha provocado un notable aumento de interés entre la ciudadanía suiza. Empresas especializadas han informado de un crecimiento sustancial en las consultas sobre modernización y mantenimiento de estos espacios. Aunque muchos están en desuso o se utilizan como bodegas o trasteros, deben estar listos en un plazo de 48 horas si se decreta una emergencia.
A pesar de que la mayoría de los habitantes desconoce la ubicación exacta de su refugio asignado, la Oficina Federal de Protección Civil asegura que esto no representa un problema hasta que se active un protocolo. El búnker adecuado está asociado a cada domicilio.

La neutralidad armada en tiempos de incertidumbre
La decisión del gobierno suizo de invertir 250 millones de dólares en modernizar su red de búnkeres nucleares no busca provocar alarma. Es, más bien, una muestra de prevención y responsabilidad cívica. “Si quieres la paz, prepárate para la guerra”, parece seguir siendo el lema nacional, aunque adaptado al contexto del siglo XXI.
A lo largo de la historia, Suiza ha sabido mantener su neutralidad. Sin embargo, los cambios geopolíticos, como las sanciones contra Rusia o la retirada de tropas estadounidenses en Europa, obligan a reforzar medidas internas. Los búnkeres son parte de esa estrategia.
Preparación ante lo impredecible
Los refugios suizos no solo ofrecen protección en caso de ataque armado. También pueden servir tras un terremoto o ante amenazas químicas. Están construidos para resistir presiones extremas y filtrar aire contaminado, funciones que siguen siendo relevantes en un mundo incierto.
Incluso los más escépticos reconocen el valor simbólico y funcional de contar con un sistema de protección civil tan sólido. Aunque algunos ciudadanos dudan de su efectividad frente a las armas modernas, la existencia de búnkeres nucleares brinda cierta tranquilidad.
Modernizar sin abandonar la historia
Con más del 50% de los refugios construidos hace medio siglo, la urgencia por actualizar estructuras es evidente. Las inspecciones cada diez años garantizan la funcionalidad mínima, pero la inversión actual apunta a mejoras más profundas. La idea es conservar estos espacios listos para un futuro incierto, sin alterar su estructura esencial.
Los búnkeres nucleares forman parte de la identidad defensiva suiza. Su preservación y mejora demuestran que el país continúa valorando su tradición de neutralidad, al tiempo que se adapta a los nuevos retos de seguridad global.
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