Te has parado a pensar cuántos alimentos tiras a la basura a lo largo de una semana, un mes o un año? Tal vez la primera respuesta sea «muy pocos» o «casi nada». Eso mismo he pensado yo cuando me he planteado esta cuestión. Pero ¿y si a lo que te estás imaginando sumas los que no has consumido porque han caducado o se han estropeado, los que has cocinado y han sobrado, los que has pedido en un restaurante y no se han terminado o no han gustado…? ¿Y si, saliendo de nuestro propio hogar y vida nos fijamos en lo que se desecha en el resto de la cadena alimentaria hasta que esos alimentos lleguen a nuestra cocina o al restaurante al que acudimos a comer? El extremo más sencillo de comprobar es el de los supermercados y tiendas a donde acudimos a comprar. Diariamente se retiran productos caducados o próximos a la fecha de caducidad o con mal aspecto como, por ejemplo, ocurre con frutas y verduras.
Desperdicio alarmante en los hogares
Anualmente se realizan estadísticas por el Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación para cuantificar en números el tamaño de este desperdicio. Y ciertamente las cifras dan mucho que pensar. En el año 2022, último año del que tenemos datos, solo en los hogares, de media, se han despilfarrado 65,5 kilos o litros de comida o bebida. Si nos fijamos en el total del país, son más de 1.170 millones de kilos o litros. Si a estas cantidades sumamos aquellas que se generan fuera de los hogares, nos podemos hacer una idea de la importancia del asunto.
Proyecto de ley para combatir el despilfarro
Con las elecciones del año 2023 se pararon algunos proyectos legislativos interesantes, proyectos que se quedaron en el limbo hasta que alguno de nuestros políticos decida retomarlo. Entre esos proyectos se encuentra el Proyecto de Ley de Prevención del Desperdicio Alimentario. No se trata de una idea original de nuestro país, de hecho en la Unión Europa se está trabajando en un reglamento para conseguir reducir los residuos al menos en un diez por ciento en la industria y en un treinta por ciento en el comercio minorista, restauración y hogares. Ahora, unos cuantos meses y cambios parlamentarios después, el ministro ha hecho unas declaraciones en las que indica que se retomará el proyecto en este año 2024.
Objetivos ambiciosos
¿Y cuál es el principal objetivo de esta norma? Rebajar el desperdicio tanto en los procesos de venta minorista como de consumo en un cincuenta por ciento en el año 2030 y en un veinte por ciento el que se produce a lo largo de las cadenas de producción y suministro. La forma de lograrlo se centra en prevenir y reducir las pérdidas y el desperdicio alimentario por todos los agentes de la cadena alimentaria a través de una gestión más eficiente, el fomento de la donación de alimentos y la promoción de la economía circular y la recuperación y distribución de excedentes de alimentos.
Jerarquía de prioridades
La ley pretende aplicarse a todos los agentes de la cadena alimentaria para evitar desperdicios. Uno de los puntos más interesantes es la jerarquía de prioridades que establece: donación, transformación en productos alternativos, alimentación animal, subproducto en otra industria y, finalmente, reciclaje. Las empresas estarán obligadas a aplicar esta jerarquía y colaborar con la Administración para cuantificar los residuos alimentarios.
Donación: Una prioridad
El Proyecto se detiene a regular una de las cuestiones más interesantes y también más importantes, la donación. Se establece la nulidad de cualquier cláusula contractual que impida expresamente la donación de alimentos. El control también alcanza a las entidades que reciben y distribuyen donaciones de alimentos, como los bancos de alimentos. Deben contar con un sistema de registro para garantizar la trazabilidad de los productos donados.
Responsabilidad de todos
El control de los desperdicios en la restauración es clave para la reducción de su número. Las Administraciones Públicas también tienen obligaciones, incluyendo acciones formativas y divulgativas. Aunque estas medidas no sean ley aún, es claro que cada uno de nosotros puede aportar su granito de arena para reducir las cifras de desperdicio alimentario.
Medidas Prácticas para el consumidor
— Planificar adecuadamente los menús y los ingredientes. — Comprar de forma racional lo que realmente precisemos en función de esa planificación. — Fijarnos en el etiquetado, fechas de caducidad y de consumo preferente. — Conocer bien las posibilidades de conservación de cada producto. — Aprovechar ofertas de última hora de productos próximos a la fecha de caducidad. — Cocinar en la cuantía necesaria al número de comensales. — Reutilizar sobrantes en otras recetas.
Al aplicar medidas sencillas, podremos lograr un gran resultado en el que los principales beneficiados va a ser nuestro bolsillo desde el primer momento. ¡No desperdiciemos alimentos y contribuyamos a un mundo más sostenible!
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