Ecuador, octubre de 2025. La salud mental de los jóvenes ecuatorianos requiere atención urgente. Adolescentes pueden acudir a terapia psicológica para abordar estos problemas. De acuerdo con cifras de World Vision y el Ministerio de Salud Pública, cerca del 20% de niños y adolescentes presenta síntomas de ansiedad y depresión. Esta realidad preocupa, sobre todo porque los adolescentes representan la tercera población más afectada por el suicidio, con más de mil casos registrados en los últimos años.
Aunque los adolescentes pueden acudir a terapia psicológica, aún existen obstáculos que limitan su acceso. Según María Dolores Alaminos Hervás, docente de la Maestría Oficial en Psicología en la Infancia y Adolescencia de la Universidad Internacional de Valencia (VIU), el consentimiento de los padres o tutores es determinante. “Aunque los menores busquen ayuda profesional, esta siempre estará supeditada al consentimiento adulto”, explica la especialista.
El papel del consentimiento familiar en la terapia adolescente
Cuando los adolescentes pueden acudir a terapia psicológica, el proceso no siempre inicia por decisión propia. La experta indica que, en muchos casos, las derivaciones provienen del entorno familiar, los médicos de familia o el centro educativo. Esta mediación externa puede generar resistencia inicial a la colaboración terapéutica, pues algunos jóvenes no se sienten plenamente identificados con la decisión de recibir tratamiento.
Por ello, los psicólogos deben aplicar estrategias adaptadas a la edad, fomentando la confianza, el respeto y la escucha activa, sin imponer ni juzgar. El vínculo terapéutico se construye gradualmente, equilibrando la confidencialidad profesional con la comunicación hacia los padres o tutores.
Cómo se trabaja cuando los adolescentes pueden acudir a terapia psicológica
Existen distintos enfoques clínicos para atender la salud mental juvenil. La especialista de VIU destaca la Terapia Cognitivo Conductual (TCC) como uno de los métodos más eficaces. Este enfoque aborda trastornos de ansiedad, depresión, fobias, conductas de riesgo y trastorno obsesivo-compulsivo.
Sin embargo, el trabajo terapéutico no se limita a una sola técnica. Entre los recursos más efectivos se encuentran:
- Terapia sistémica o familiar, útil en conflictos intrafamiliares o cambios vitales como divorcios o mudanzas.
- Técnicas de relajación y mindfulness, que fortalecen la regulación emocional desde edades tempranas.
- Recursos audiovisuales y tecnológicos, que facilitan el acercamiento con adolescentes y crean un espacio de confianza.
Asimismo, se aplican estrategias como la reestructuración cognitiva, el entrenamiento en habilidades sociales y la educación emocional, todas con resultados comprobados.

Confidencialidad y confianza: claves del vínculo terapéutico
Cuando los adolescentes pueden acudir a terapia psicológica, la relación entre terapeuta y paciente debe ser especialmente sensible. Según Alaminos, es indispensable negociar los límites de confidencialidad antes de iniciar el proceso. Esto implica acordar qué información se comparte con los padres, sin vulnerar la privacidad del menor.
El respeto y la empatía son esenciales para que el joven perciba la terapia como un espacio seguro donde puede expresarse sin miedo.
El acceso a la salud mental sigue siendo un desafío
A pesar del avance en la normalización del cuidado psicológico, el acceso a servicios especializados sigue siendo limitado. Factores como el costo económico, las demoras en la atención pública y la baja frecuencia de citas afectan la continuidad de los tratamientos. Además, algunos jóvenes tienden a minimizar la importancia de su salud mental, lo que retrasa la búsqueda de ayuda.
No obstante, la teleterapia ha mejorado el acceso. Desde la pandemia de COVID-19, muchos adolescentes reciben apoyo psicológico de forma virtual, una alternativa que facilita la continuidad del tratamiento, especialmente en zonas donde la atención presencial es escasa.
“Los jóvenes pueden beneficiarse de la virtualidad, siempre que el tipo de terapia y el motivo de consulta lo permitan”, añade Alaminos.
Conclusión: promover la salud mental juvenil es responsabilidad de todos
En Ecuador y el mundo, los adolescentes pueden acudir a terapia psicológica y encontrar un espacio de apoyo seguro. Sin embargo, es fundamental eliminar los tabúes, mejorar la cobertura del sistema público y fortalecer la educación emocional en las familias y escuelas.
La salud mental no debe ser un privilegio, sino un derecho esencial para el desarrollo integral de las nuevas generaciones.
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