El movimiento Revolución Ciudadana, que durante años fue la principal fuerza política del Ecuador, atraviesa su crisis más profunda desde su creación. Enfrenta fracturas internas, disputas de liderazgo, escándalos judiciales y un desgaste en su gestión local en Quito y Guayaquil. Todo esto sucede justo cuando se aproximan las elecciones seccionales de 2027.

Del poder nacional a la crisis interna
La derrota en las presidenciales de 2025 marcó el inicio de una etapa de desgaste acelerado para el correísmo. Desde entonces, el bloque legislativo, que se mantenía cohesionado, comenzó a fracturarse. Renuncias de asambleístas como Jhajaira Urresta y la expulsión de Santiago Díaz, investigado por violación, contribuyeron a esto. Además, Luisa González enfrenta dificultad para mantener la unidad de la bancada. También hay una pérdida de conexión entre la dirigencia y sus bases.
Quito y Guayaquil: símbolos del desgaste local
En Quito, el alcalde Pabel Muñoz enfrenta un proceso de revocatoria que supera las 230.000 firmas. En Guayaquil, el alcalde Aquiles Álvarez afronta un juicio vinculado al caso Triple A. Todo esto refleja el desgaste de las figuras locales más visibles del correísmo. Asimismo, genera descontento ciudadano por la percepción de una gestión ineficiente.
Un liderazgo en disputa y sin figuras renovadas
Según Sofía Guerrero, analista política, la Revolución Ciudadana está en una etapa de peleas públicas que podrían tener consecuencias graves si no se resuelven a tiempo. Explica que la falta de cohesión genera desconfianza y afecta las estructuras de campaña. Además, debilita su capacidad de enfrentar a rivales en ascenso, como el movimiento ADN.
Guerrero advierte que la falta de figuras visibles y la ausencia de un liderazgo fuerte, junto con disputas internas, está deteriorando la imagen que el correísmo construyó durante años.
El voto duro resiste, pero con señales de alerta
Maximiliano Donoso-Muller, otro analista político, señala que el correísmo mantiene un voto duro cercano al 28 %. Sin embargo, los escándalos recientes podrían generar un descenso en ese respaldo. Sostiene que la selección de candidatos mediante procesos democráticos internos será crucial. Esto puede evitar nuevas fracturas y mantener la cohesión de la militancia.
Advierte que el mayor riesgo para la Revolución Ciudadana radica en la pérdida de votantes ocasionales que solían simpatizar con el movimiento. Esto podría comprometer su competitividad en las seccionales de 2027.
Los problemas de gestión impactan la imagen del movimiento
Los problemas en la gestión municipal de Quito y Guayaquil representan un golpe simbólico y político para el correísmo. Según Guerrero, la percepción de mala gestión por parte de las autoridades locales se refleja en la imagen de todo el movimiento. Esta situación afecta incluso a sus votantes más leales.
Señala que los rivales políticos aprovechan estos errores para construir narrativas que generalizan las deficiencias a toda la Revolución Ciudadana. Esto puede debilitarla de cara a futuras elecciones.
La estructura territorial se mantiene, pero se debilita
Para Rafael Silva, consultor político, la Revolución Ciudadana conserva su estructura territorial debido a la memoria de los años de Rafael Correa y a la lealtad de su militancia organizada. Sin embargo, advierte que esta fidelidad puede estar más ligada a relaciones clientelares que a convicciones ideológicas profundas. Esto puede ser un riesgo a mediano plazo.
Silva enfatiza que los problemas en Quito y Guayaquil podrían afectar la estrategia nacional del correísmo. Afirma que el gobierno central ve allí una oportunidad de recuperar espacio político.
La necesidad de una renovación sin caudillismos
Los analistas coinciden en que el correísmo necesita abrir espacios a nuevos liderazgos y cuadros jóvenes con ideas renovadas. Debe abandonar narrativas desgastadas y fortalecer la democracia interna en la selección de candidaturas.
Para Donoso-Muller, reactivar la militancia territorial y escuchar a las bases será esencial. Esto mantendrá la relevancia política del movimiento en las elecciones de 2027 y 2029. Rafael Silva, por su parte, propone que el correísmo debe tomar distancia de figuras como Rafael Correa y Luisa González. Esto podría permitir el paso a liderazgos frescos y realizar un mea culpa por los errores de comunicación y estrategia cometidos.
Un futuro incierto para la Revolución Ciudadana
Si bien la Revolución Ciudadana mantiene un núcleo duro de apoyo, la fragmentación interna, los escándalos judiciales y el desgaste en la gestión municipal amenazan su cohesión de cara a las seccionales de 2027. La falta de una estrategia clara para resolver los conflictos internos y recomponer el vínculo con las bases podría comprometer su competitividad electoral. Esto también afectaría su viabilidad como principal fuerza política del país.
El correísmo enfrenta, así, uno de los momentos más decisivos de su historia. Se encuentra en un contexto donde el liderazgo renovado, la coherencia discursiva y una gestión efectiva serán determinantes para su supervivencia.
Fuente: El Comercio
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