El yogurt ha estado presente en la alimentación humana desde tiempos antiguos. Fermentado de manera natural, es valorado por su aporte en proteínas, calcio y cultivos vivos. La FAO lo reconoce como un alimento clave para todas las etapas de la vida, gracias a su densidad nutricional.
Sin embargo, no está exento de dudas. Su consumo, especialmente en personas con intolerancia a la lactosa o preocupadas por el control de peso, ha estado rodeado de mitos. Aclararlos es esencial para comprender su verdadero valor.
Salud ósea y saciedad
Los expertos coinciden en que el yogurt contribuye significativamente a la salud ósea. Su combinación de calcio, proteínas y vitamina D lo convierte en un aliado para mantener huesos fuertes.
En cuanto al peso corporal, los mitos pierden fuerza frente a la evidencia. El yogurt natural o bajo en grasa no engorda si se consume dentro de una dieta equilibrada. Al contrario, puede generar saciedad, reduciendo el deseo de consumir otros alimentos más calóricos.
Lactosa: lo que sí y lo que no
Contrario a lo que muchos creen, las personas con intolerancia leve a la lactosa pueden consumir yogurt. Durante la fermentación, los cultivos vivos descomponen parte de la lactosa, facilitando su digestión. Además, existen opciones deslactosadas que mantienen todos los nutrientes.
Según el Centro de la Industria Láctea (CIL), este tipo de lácteos fermentados suelen ser mejor tolerados y representan una opción segura para la mayoría de quienes presentan sensibilidad.
Un aliado de la digestión
Los cultivos vivos en el yogurt no solo mejoran la tolerancia a la lactosa, también tienen un impacto positivo en la digestión. Contribuyen al equilibrio de la microbiota intestinal, lo que se traduce en menor inflamación, mejor regularidad y salud digestiva.
Este equilibrio cobra especial relevancia durante tratamientos con antibióticos. Según la FAO y la OMS, ciertos probióticos ayudan a mantener la flora intestinal, y consumir yogurt durante y después del tratamiento puede ser beneficioso.
Probióticos con respaldo científico
No todos los yogures contienen probióticos, pero cuando incluyen cultivos vivos y activos, se convierten en una fuente natural de bacterias beneficiosas. Una de las cepas más estudiadas es Lactobacillus rhamnosus GG (LGG), ampliamente respaldada por la ciencia por su efecto positivo en la digestión y el sistema inmunológico.
En Ecuador, el yogurt Toni es el único que contiene esta cepa. La nueva versión de Yogurt Toni Clásico mantiene LGG, incorpora proteínas para el mantenimiento de tejidos, y ha sido reformulada para tener menos azúcar, sabor natural y sin espesantes.

Una mejor versión para todos los días
La evolución del yogurt Toni refleja una tendencia hacia productos más saludables, funcionales y respaldados por evidencia. Bajo el mensaje “alimentamos tu mejor versión”, la marca ofrece una opción adaptada a las necesidades actuales sin perder su esencia nutritiva.
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