El voto joven decisivo cuenta y decide en un Ecuador dividido
En un país marcado por una polarización política profunda, una nueva generación de jóvenes ecuatorianos irrumpe con aspiraciones de cambio. “Creo que sí tenemos esta barra de la política alta. Y que la juventud no es quemeimportista o apática a la política. Es apática a los políticos que no representan esta barra alta”, asegura Juan Martín Morales, exbecario de la Escuela de Liderazgo de la Fundación FIDAL. Para esta generación crítica, el voto joven cuenta y decide.

Juventud articulada más allá de la ideología
Pese a sus diferencias ideológicas, colectivos juveniles han dejado de lado las disputas partidistas para colaborar en torno a objetivos comunes. “Con jóvenes de partidos políticos, de sociedad civil, con jóvenes empresarios… estamos preparando una agenda común. ¿Para qué? Para unir metas, metas ciudadanas juveniles a diez años. Decidir en qué sí nos ponemos de acuerdo, para que esto sí salga mejor”, explica Morales. Este esfuerzo conjunto refuerza que el voto joven decisivo cuenta y decide el rumbo del país.
Cuatro millones con poder de transformación
Con un electorado de casi 14 millones, los jóvenes de entre 16 y 30 años constituyen un 30% del padrón. En una elección reñida, su participación podría ser determinante. “Es lamentable tener que decidir entre opciones que se acusan mutuamente de tener vínculos con el narcotráfico. Sin embargo, hay que discernir. Hay que ver las propuestas, ir más allá de la ideología. Ver quién cree realmente en la educación, quién me dará seguridad…”, sostiene Desirée Viteri, politóloga y abogada. Su reflexión apunta a una verdad ineludible: el voto joven decisivo cuenta y decide en una democracia frágil.
Precariedad, frustración y falta de oportunidades
La juventud ecuatoriana enfrenta no solo la violencia del crimen organizado, sino también una precariedad estructural que condiciona su desarrollo. “Lo veo muy opaco, no veo que haya futuro ahorita. No tengo trabajo, fue muy difícil. Hay pocos trabajos y necesitas una palanca para acceder. Estuve en una farmacia y me pagaban 200 dólares, muy por debajo del salario mínimo”, denuncia Sebastián Sarmiento, universitario de 25 años. En este contexto, el voto joven decisivo cuenta y decide porque representa la demanda de dignidad y justicia social.
Educar para liderar y resistir
El liderazgo juvenil se convierte en una herramienta transformadora frente a la incertidumbre. “Mientras no llegue la juventud profesionalizada, no tendremos los políticos a la altura que nosotros queremos”, sostiene Morales. En la Escuela de Liderazgo de FIDAL, los becarios firman un compromiso ético de por vida. Rosalía Arteaga, expresidenta de Ecuador, lo resume así: “Formamos buenos ciudadanos. Mejores ecuatorianos que amen al país, que lleguen al sector público para servir, no para robar”.
Una generación frente a la narcocultura
Mientras las narconovelas y la criminalidad ganan espacio en el imaginario juvenil, algunas voces alzan su rechazo. “Tengo una lucha solitaria contra las narcoseries. Son escuelas del delito. Cosifican a las mujeres, glorifican a los criminales. Hay una responsabilidad de los medios”, denuncia Arteaga. En familias de todo el país, muchos padres ya han comenzado a vetar estos contenidos que romantizan la violencia.
Conclusión:
El Ecuador que va a las urnas no solo vota por un presidente: vota por un modelo de país. En este proceso, el voto joven cuenta y decide, no como una consigna, sino como una realidad estadística, ética y política. Porque en medio del caos, es la juventud la que exige un nuevo pacto social.
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