Una Constitución de ChatGPT se volvió un tema polémico después de que el presidente Daniel Noboa comentara que la inteligencia artificial puede servir para calcular escenarios.
Sus declaraciones encendieron el debate, porque algunos interpretaron que podría usarse para redactar la próxima carta política del país. No obstante, Noboa no afirmó que ese documento sería elaborado con inteligencia artificial.
Más bien, explicó que se trata de una herramienta sin límites para procesar discursos políticos, pero no para reemplazar el criterio humano.
Una Constitución de ChatGPT: Debate público en torno a sus declaraciones
Una Constitución de ChatGPT generó discusiones porque algunos sectores consideraron riesgoso que una IA participe en procesos constitucionales.
En redes sociales, se compartieron opiniones que advertían sobre la necesidad de mantener la elaboración de una Constitución en manos humanas. Aunque no existe un proceso formal que proponga incorporar IA en la redacción de un texto constitucional, el debate se amplió.
Por ello, especialistas recordaron que la construcción de esa carta magna demanda acuerdos amplios, visión democrática e inclusión ciudadana.
Durante la presentación, Noboa señaló que interpretar discursos políticos puede ser útil. Además, enfatizó que la tecnología facilita organizar información durante una conversación nacional.
Sin embargo, reconoció que no sustituye el juicio humano. Incluso, recordó que la posible Asamblea Constituyente abordaría temas que requieren análisis profundo.
Una Constitución de ChatGPT: Inteligencia artificial y razonamiento constitucional
Una Constitución de ChatGPT enfrenta críticas por su incapacidad para comprender la complejidad normativa. Expertos señalan que la IA carece de sensibilidad política, análisis ético y capacidad de negociación. Por consiguiente, advierten que una eventual constitución redactada con inteligencia artificial carecería de legitimidad. Además, recordaron que los procesos constitucionales deben ser transparentes.
Los especialistas consideran que una Constitución requiere mecanismos de participación, revisión técnica y consenso social. Por lo tanto, no basta con recopilar información o resumir la postura de ciudadanos.
Reclaman que una herramienta tecnológica no puede reemplazar debates públicos. Así, una Constitución de ChatGPT fue percibida como una tentación peligrosa.

Responsabilidades institucionales
Una Constitución de ChatGPT preocupa porque puede crear confusiones sobre el rol de cada institución.
Por ejemplo, legisladores, organismos de control y la ciudadanía deben intervenir en diferentes fases.
Asimismo, la Constitución define principios para garantizar derechos y obligaciones. En consecuencia, se sostiene que una IA no está capacitada para negociar acuerdos políticos.
A su vez, especialistas recordaron que los mecanismos constitucionales tienen relación directa con legitimidad estatal. Además, insisten en que una carta política debe ser producto de una relación social entre ciudadanos y Estado.
Por ello, advirtieron que una herramienta externa no genera ese vínculo.
Desafíos institucionales
Una Constitución de ChatGPT resaltó la importancia de definir límites claros sobre el uso de IA en instituciones. Se puntualizó que la asesoría humana es indispensable para construir propuestas políticas. También se subrayó que los instrumentos constitucionales requieren procedimientos públicos. Por lo tanto, la propuesta de usar IA como referencia quedó en discusión.
En síntesis, una Constitución de ChatGPT reflejó preocupación pública sobre los límites de la tecnología en decisiones políticas.
Aunque Noboa no propuso que la IA redacte la Constitución, el debate puso en evidencia la relevancia del juicio humano. Además, expertos insistieron en que la legitimidad constitucional solo es posible mediante participación amplia.
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