La princesa Carolina de Mónaco, también princesa de Hannover, realizó una visita oficial a Cuba por segunda ocasión. Esta visita reafirma los lazos diplomáticos y culturales entre el principado de Mónaco y la isla caribeña. Con 68 años, la hija del príncipe Rainiero III y de la actriz estadounidense Grace Kelly arribó a La Habana como presidenta de los Ballets de Montecarlo. Esta compañía ofreció tres presentaciones en la capital cubana durante su estadía.

Durante su llegada, fue recibida por el presidente cubano Miguel Díaz-Canel en el Palacio de Convenciones de La Habana. También estuvieron presentes figuras destacadas del ámbito cultural como el ministro de Cultura, Alpidio Alonso, y la directora del Ballet Nacional de Cuba, Viengsay Valdés. El gobierno cubano destacó que los vínculos con Mónaco han fortalecido especialmente el intercambio en áreas como la cultura y el deporte.
Un gesto simbólico: la donación de un retrato de Guayasamín
Uno de los momentos más destacados de esta visita fue la donación de una pintura de la princesa. Fue realizada por el célebre artista ecuatoriano Oswaldo Guayasamín y donada al museo que lleva su nombre en La Habana. Esta obra fue originalmente un obsequio del pintor al príncipe Rainiero III. Tras su fallecimiento, pasó a manos de su hija Carolina.
El retrato muestra a Carolina de Mónaco en su juventud. Guayasamín lo creó en tan solo dos días, durante una visita anterior de la princesa a Cuba en 2015. Fue en ese viaje cuando la noble europea conoció la Casa Museo Guayasamín en La Habana. Hoy se expone allí el retrato donado.
La Casa Museo Guayasamín en La Habana
La Casa Guayasamín, ubicada en el centro histórico de La Habana, fue fundada el 8 de enero de 1993. Esta constituye un espacio fundamental para la difusión de la obra del maestro quiteño. En ella se exhiben litografías y piezas originales del artista. Incluye retratos de figuras como el expresidente cubano Fidel Castro.
Este museo refleja el compromiso del artista con las causas sociales. También muestra su cercanía con líderes latinoamericanos. Se ha convertido en un punto de referencia cultural tanto para locales como para visitantes internacionales. La reciente donación de Carolina de Mónaco amplía este legado y aporta una dimensión diplomática a la colección.
Acompañamiento familiar y representación institucional
Durante su visita, la princesa Carolina estuvo acompañada de su hija, la princesa Alexandra de Hannover. Esto consolidó así una presencia institucional que también pone en evidencia el compromiso personal de la familia monegasca. La promoción de la cultura y el arte en América Latina es su misión.
Además de su papel como presidenta de los Ballets de Montecarlo, Carolina de Mónaco ha demostrado un interés profundo por el arte y la filantropía. Su vínculo con Oswaldo Guayasamín, una figura icónica de la pintura latinoamericana del siglo XX, refleja un puente simbólico entre Europa y América Latina. Existen lazos entre la nobleza y el arte comprometido.
La trascendencia cultural de Guayasamín
Oswaldo Guayasamín (1919-1999) es uno de los artistas más reconocidos de Ecuador y de América Latina. Su obra, cargada de expresividad y denuncia social, ha sido expuesta en múltiples países y continúa siendo una referencia obligada en el estudio del arte moderno del continente. La presencia de su legado en Cuba y el interés de figuras internacionales como Carolina de Mónaco consolidan su influencia y vigencia.
El gesto de la princesa no solo fortalece los lazos bilaterales. También reivindica el valor universal del arte como medio de diálogo, memoria y esperanza. La donación de una obra tan íntima y significativa subraya cómo el arte puede convertirse en un instrumento de diplomacia cultural.
La visita de Carolina de Mónaco a Cuba no fue solamente una actividad protocolar, sino también un acto de acercamiento entre culturas a través del arte. La donación de un retrato suyo realizado por Guayasamín, ahora parte de la Casa Museo Guayasamín en La Habana, representa un homenaje a la amistad, al legado artístico y al entendimiento entre pueblos.
Este evento reafirma cómo el arte, más allá de su valor estético, puede tejer lazos duraderos entre naciones y generaciones.
Fuente: El Universo
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