A pesar de la represión institucionalizada, las mujeres desafían el velo islámico obligatorio con una determinación que crece día tras día. Este acto de desobediencia civil representa una lucha por los derechos individuales. También evidencia que la sociedad iraní atraviesa una transformación profunda e irreversible.

Discurso oficial y contradicciones internas
El político conservador Ali Motahari, en declaraciones recientes durante la Feria Internacional del Libro de Teherán, afirmó que ya no existen normas estrictas respecto al hiyab. Sin embargo, esta afirmación contrasta marcadamente con su historial de exigencias punitivas. Años atrás, el mismo Motahari cuestionó públicamente la laxitud del código de vestimenta. Señaló que incluso los pantalones bajo el abrigo amenazaban la moral pública. Estas contradicciones evidencian que, en un entorno cada vez más cambiante, las mujeres desafían el velo islámico obligatorio, incluso ante figuras políticas que antes exigían medidas severas.
Activismo cotidiano y riesgos latentes
Desde Teherán, una periodista e investigadora de género comparte con Deutsche Welle cómo su decisión de no llevar el hiyab en público la ha convertido en blanco de amenazas e intimidaciones. Sin embargo, insiste en que ya no es posible imponer ese símbolo mediante el miedo. Asegura que las mujeres desafían el velo islámico obligatorio cada vez que eligen cómo vestir, incluso en actos tan solemnes como los funerales, donde ahora ellas cargan ataúdes sin cubrirse, desafiando así tanto normas religiosas como patriarcales.
Periodismo y censura: voces silenciadas
Nilufar Hamedi y Elahe Mohammadi, periodistas que informaron sobre la muerte de Jina Mahsa Amini, fueron encarceladas por hacer precisamente eso: reportar. Aunque ambas fueron indultadas en 2025, el mensaje fue claro: informar también es resistir. Aun así, las mujeres desafían el velo islámico obligatorio al narrar lo que sucede en su país, aun a costa de su libertad personal.
La resistencia persiste
Sedigheh Vasmaghi, teóloga y defensora de los derechos de las mujeres, afirma que el Estado no ha claudicado, pero carece de fuerza para revertir el cambio. La resistencia femenina, por tanto, no solo continúa, sino que se profundiza. Y en ese contexto, las mujeres desafían el velo islámico obligatorio no como un acto aislado, sino como parte de una revolución social silenciosa pero poderosa.
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