Al tiempo de multiplicarse sensatas voces llamando a la concertación para enfrentar con mayor posibilidad de éxito los gravísimos problemas que en todos los órdenes acusa el país, la sordera de los obligados a escuchar se agudiza. No solo son indiferentes, atizan el fuego y contribuyen a hundir en la desesperación y en la desesperanza a los ecuatorianos.
No se trata únicamente de que el gobierno central no atina a una sola. Hay que sumar el desbarajuste derivado del todos contra todos, haciendo realidad la denominación de “Absurdistán” con la que Presley Norton reconocía al Ecuador. A poco de ir a las urnas para nombrar a los reemplazantes de Lasso y Borrero, para un corto periodo, lo que destaca es la grosera intromisión del Consejo de Participación, las payasadas del Consejo de la Judicatura, las irresponsabilidades de la Corte Constitucional, la desconfianza en la administración de justicia, los dudosos fallos de la Policía y, entre otros relevantes, el proselitismo político burdo y tendencioso de periodistas y medios de comunicación.
Como si el objetivo fuera ponerle la cereza al pastel, la decisión del organismo electoral de repetir comicios legislativos en el exterior tras el estruendoso fracaso del voto telemático -por lo cual sus integrantes ya debieron haber renunciado, aparte de todos los juicios legales de los que pudieran ser sujetos ahora y más adelante-, su realización el 15 de octubre próximo será reconocido como el más descarado fraude de los últimos tiempos. El destino de los ecuatorianos en manos tan irresponsables es el colmo de los colmos. Y, por si acaso, ¡ya verán cómo será la nueva legislatura!
Qué horrible panorama le espera al nuevo gobierno. No lidiará sólo contra la salvaje inseguridad y, probablemente, contra la furia de un insensible Niño Climático; también deberá hacerlo contra la criminal actitud de quienes cada día, desde las altas cumbres del poder y desde los llanos de la politiquería, se esmeran por ser peores, por evidenciar su grandeza en el desprecio a su nación, a sus compatriotas.
Mientras el espejo referencial siga siendo el que devuelve las imágenes del fracaso y la podredumbre, imposible se volverá trocarlas por el éxito y el bienestar. Reflexionar sobre esta realidad no es opcional, es obligatorio.
Fuente: La Nación
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