Como doctora en ejercicio, mi vida gira en torno al cuidado de mis pacientes, ayudándoles a mantenerse sanos, informándoles sobre enfermedades y detectando los signos de problemas de salud que hay que tratar. Sin embargo, hace unas semanas me di cuenta de que había pasado por alto los signos de mi propio problema de salud.
Para mi sorpresa, me diagnosticaron cáncer de piel en el cuero cabelludo. El diagnóstico de cáncer de células basales y el hecho de que lo ignorara durante tanto tiempo me han hecho reflexionar sobre mis propios hábitos de salud y algunas ideas erróneas sobre el cáncer de piel.
Durante más de un año pensé que tenía una mancha irregular detrás de la oreja izquierda. Estaba cubierta por el pelo, así que era fácil ignorarla. Veía cómo la piel se descamaba y formaba costras. Pensé que era un eczema, que he tenido durante muchos años, pero la hidrocortisona no me ayudó. Finalmente fui al dermatólogo, mucho más tarde de lo que debería teniendo en cuenta mi formación médica, y me hicieron una biopsia. Cáncer de células basales. Justo después me encontraron otro en el cuello.
Estaba desconcertada. Pensaba que me había protegido cuidadosamente de la exposición al sol. Paso la mayor parte del tiempo que estoy despierta en el hospital y, aun así, me pongo protección solar todos los días. Apenas tengo tiempo para tomar el sol y, en las raras ocasiones en las que estoy al sol durante mucho tiempo, intento taparme.
Resulta que mi cáncer de piel lleva probablemente décadas gestándose, como resultado de la genética y de tomar el sol hace muchos años. Los daños causados por los rayos ultravioleta del sol son acumulativos y aumentan el riesgo de cáncer con el paso del tiempo. Según un estudio publicado en Cancer Epidemiology Biomarkers & Prevention, solo cinco quemaduras solares con ampollas en personas de 15 a 20 años pueden aumentar el riesgo de melanoma en un 80% y el de otros dos tipos de cáncer de piel, el carcinoma de células escamosas y el carcinoma de células basales, en un 68%. Así que probablemente ahora se noten los efectos de mis primeros años en la playa.
Mi madre también tuvo múltiples cánceres de piel, por lo que mi riesgo de padecer uno yo misma era significativamente mayor. Cuando hay antecedentes familiares de cáncer de piel, el riesgo de cáncer basocelular de aparición precoz es más del doble, según la revista Cancer Epidemiology; el riesgo de cáncer de células escamosas se multiplica por cuatro, de acuerdo con la revista Dermatologic Surgery; y el riesgo de melanoma aumenta un 74%, según la revista Journal of the American Academy of Dermatology.
Aun así, me parecía muy extraño que mi cáncer de piel apareciera en el cuero cabelludo, debajo de una capa de pelo. ¿No serían más propensas las zonas expuestas al sol, como la nariz, la frente o la barbilla?
Investigando un poco, descubrí que el 13% de los cánceres de piel afectan al cuero cabelludo, según un artículo de la Revista de la Sociedad Alemana de Dermatología. El cáncer de piel puede aparecer en todo tipo de lugares inusuales: los párpados, las palmas de las manos y las plantas de los pies. Y con la popularidad de las manicuras de gel, que utilizan luz ultravioleta directa en manos y uñas, aumenta el riesgo de cáncer de piel en las cutículas y debajo de las uñas.
Los cánceres cutáneos también pueden darse en todos los tipos de piel. Los tumores malignos son mucho más frecuentes en las pieles claras, pero el cáncer de piel con pigmentación más oscura suele detectarse más tarde, con tasas de mortalidad más elevadas. Todo el mundo está en riesgo.
Ahora más que nunca, desarrollar buenos hábitos de protección solar es muy importante porque el riesgo de desarrollar cáncer de piel aumenta a un ritmo alarmante. La Academia Estadounidense de Dermatología calcula que uno de cada cinco estadounidenses desarrollará cáncer de piel a lo largo de su vida, y las tasas de cáncer de piel no melanoma han aumentado un 33% en todo el mundo desde 2007, según JCO Global Oncology. Muchos expertos atribuyen esta tendencia a factores como el cambio climático, el calentamiento global y el aumento de la exposición a los dañinos rayos ultravioleta. A pesar de este riesgo creciente, nuestros esfuerzos en la prevención y detección precoz del cáncer de piel son lamentablemente insuficientes, ya que muchas personas no se someten a exámenes periódicos de la piel.
Depende de cada uno de nosotros desarrollar buenos hábitos de protección solar temprana y saber cuándo buscar atención médica ante cambios inusuales en la piel. Nunca deben ignorarse irregularidades como cambios de color, bordes irregulares de lunares y pecas, heridas cutáneas que no parecen cicatrizar, y zonas de descamación o costras crónicas. Debe realizarse un examen cada año para vigilar los cambios inusuales de la piel, o si tiene un mayor riesgo de desarrollar cáncer de piel.
Este verano, protégete. Ponte bloqueador solar, un sombrero y busca la sombra siempre que puedas. ¿Y esa peculiar mancha de piel que has estado ignorando? No pospongas más la revisión. Aprendí por las malas que cualquiera puede tener cáncer de piel y que puede aparecer donde menos te lo esperas. Cuanto antes lo detectes, más probabilidades tendrás, así que ve al médico. Me alegro de haberlo hecho.
Fuente: La Nación
Otras noticias: Nuestra Reflexión Diaria