San Agustín: buscador de la luz

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Desde Lima, Perú, para La Nación de Guayaquil, Ecuador.

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San Agustín, fue uno de los llamados padres de la Iglesia porque en aquellos primeros siglos de la historia cristiana brilló como un faro por su palabra y por su vida. Como todos los santos, no fue santo desde que nació. Hizo un largo camino hasta encontrarse con el que sería el centro de su vida: Jesús. El camino fue tortuoso, en alguna ocasión se desvió y perdió tiempo y fuerzas. Pero lo que con seguridad se puede decir de él es que nunca se contentó con las apariencias y buscó siempre algo que llenase su corazón. Y no paró hasta encontrar a Jesús. Y desde ahí se volvió para ponerse al servicio de los hermanos.

Sin duda que su palabra ha iluminado a muchos a lo largo de los siglos. Esos muchos, gracias a la palabra y al ejemplo de Agustín, han terminado encontrándose con Jesús y con su Evangelio. Porque habría sido nefasto que se hubiesen quedado en Agustín y hubiesen hecho de él el centro y sentido de su vida.

San Agustín y tantos a lo largo de la historia nos señalan a Jesús. Sería tonto quedarnos en Agustín y no mirar a donde realmente hay que mirar, a donde miró el mismo Agustín. Sería bueno que alguna vez nos acercásemos a las obras de san Agustín. Probablemente encontraremos en ellas mucha luz. Pero mejor es que dediquemos más tiempo a leer el Evangelio y encontrarnos directamente con Jesús porque Él es la luz. Y Agustín no es más que un reflejo, muy fuerte, muy vivo, pero solo reflejo de aquel que es la luz.

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San Agustín es una figura destacada en la historia del cristianismo que, a través de su vida y sus escritos, ha inspirado a muchas personas a buscar a Jesús y a profundizar en su fe. Su énfasis en que Jesús es la verdadera luz y que él mismo es solo un reflejo de esa luz resalta la centralidad de Cristo en la fe cristiana.

Fuente: La nación

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