Durante décadas, la investigación en salud se centró en el impacto de enfermedades en los hombres, dejando de lado las particularidades femeninas. Esa falta de inversión creó una brecha de género en la atención médica. Sin embargo, un informe de EAE Business School demuestra que invertir en salud femenina no solo es justo, también es altamente rentable.
Por cada euro destinado a este sector, se recuperan tres. El estudio “La salud de la mujer despega. De tabú a negocio millonario” resalta que la inversión en salud femenina será una de las más estratégicas y rentables de la próxima década.
Impacto global de la inversión en salud femenina
Según las proyecciones, el valor de las empresas vinculadas al bienestar de la mujer —desde higiene y nutrición hasta tecnología médica— crecerá un 247% en siete años. Se espera que en 2032 alcancen los 158.000 millones de euros.
El sector FemTech, que agrupa productos y servicios centrados en la salud femenina, podría superar los 177.000 millones de dólares en 2032. La digitalización y la innovación en áreas como la salud reproductiva, la menopausia o la prevención son motores de este avance.
El informe también señala beneficios indirectos. Mejorar la asistencia sanitaria en el ámbito laboral podría generar un impacto positivo de hasta 893.000 millones de euros anuales, al reducir costes médicos y aumentar la productividad. Abordar de forma eficaz la menopausia o la menstruación sumaría más de 200.000 millones de euros al PIB global.
Brecha de acceso y consecuencias sociales
Un cuarto de las mujeres que menstrúan carecen de productos adecuados e instalaciones seguras. Esta carencia aumenta el absentismo laboral y escolar. Según el estudio, una mayor inversión en salud menstrual en el trabajo podría reducir el ausentismo en un 62% y la rotación laboral en un 23%.
De cerrarse la brecha de género en salud, se añadirían 357.760 millones de euros al PIB mundial cada año hasta 2040. Solo el tratamiento oportuno de la endometriosis y la menopausia podría aportar más de 115.000 millones de euros antes de esa fecha.
Persisten desigualdades en investigación
Aunque el 70% del personal sociosanitario son mujeres, solo el 1% de la investigación sanitaria global se dedica a patologías femeninas. Esto mantiene una falta de diagnóstico adecuado en enfermedades como endometriosis, infertilidad o depresión posparto.
La medicina moderna se construyó históricamente sobre parámetros masculinos. Como resultado, muchas mujeres enfrentan diagnósticos tardíos y una calidad de vida reducida, pese a su mayor esperanza de vida.
El sector FemTech ha crecido un 300% entre 2018 y 2023, pero aún enfrenta obstáculos: apenas el 21% de estas empresas tiene una fundadora y solo el 10% del capital riesgo ha financiado compañías lideradas por mujeres.
Reducir la desigualdad en salud femenina
El informe identifica retos clave: enfermedades desatendidas, acceso limitado a productos de higiene y la normalización de síntomas que afectan la vida cotidiana de millones de mujeres. Expertos coinciden en que transformar esta realidad es una cuestión de justicia social y, al mismo tiempo, de desarrollo económico.
En las últimas décadas se empezó a incluir a mujeres en ensayos clínicos. En Estados Unidos desde 1993 y en Europa desde 1997. Aunque este cambio corrige parcialmente la falta de datos, todavía queda un largo camino por recorrer.
Un desafío estratégico
Cerrar la brecha en salud femenina requiere un esfuerzo integral entre organismos públicos y privados. La investigación, la recopilación de datos y la inversión en sectores emergentes como la salud menstrual y hormonal son pasos imprescindibles.
La conclusión es clara: priorizar la salud de las mujeres no es solo un asunto de igualdad. Es una estrategia global con efectos multiplicadores en la economía y en la calidad de vida de la mitad de la población mundial.
Fuente: Infobae
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