Los robots que aprenden a pintar: arte y tecnología en un mismo lienzo

Robots de IA

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Un brazo robótico sostiene un pincel, lo sumerge en pintura y comienza a trazar formas en un lienzo. Con una precisión sorprendente, reproduce de manera autónoma una obra de Audrey-Eve Goulet, artista canadiense que observa fascinada cómo la inteligencia artificial se convierte en aprendiz de pintor. Los robots de IA están revolucionando el mundo del arte.

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El origen de la idea

La propuesta surge de Acrylic Robotics, fundada por Chloë Ryan en 2021. La motivación inicial era sencilla: crear un robot que pudiera ayudar a los artistas a reproducir sus propias obras sin invertir largas horas de trabajo manual. Tras tres años de investigación y desarrollo, el equipo consiguió dar vida a los llamados “aurógrafos”, cuadros pintados por robots con una calidad tan alta que pueden exhibirse y venderse. Claramente, los robots de IA han tenido un impacto significativo en la industria artística.

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El valor del trazo auténtico

Ryan explica que lo que distingue a los aurógrafos de una impresión digital es la capacidad de capturar la secuencia real de las pinceladas en tres dimensiones. De esta forma, cada obra conserva la textura, la presión y la esencia del trazo humano. Al contemplar una de estas piezas, los detalles revelan claramente el recorrido del pincel, lo que hace que el resultado sea muy similar al original.

Cómo funciona el proceso

Los artistas recrean sus cuadros en una tableta digital que registra información clave: la elección de colores, la presión ejercida y la velocidad de cada pincelada. Posteriormente, el robot utiliza estos datos para plasmar la pintura en un lienzo físico. El objetivo no es reemplazar al creador, sino ampliar su alcance y ofrecer más reproducciones con su consentimiento, utilizando robots de IA como apoyo.

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Hacia una plataforma global

Acrylic Robotics trabaja actualmente en modelos de inteligencia artificial más avanzados. Ryan proyecta lanzar una plataforma abierta donde artistas de todo el mundo podrán cargar su estilo. De esta forma, un cliente podría solicitar, por ejemplo, un retrato de su mascota pintado al estilo de un artista específico, quien recibiría una comisión por cada obra. Esta integración global es posible gracias a la tecnología de los robots de IA.

Un nuevo modelo de negocio para artistas

La iniciativa plantea un paralelismo con las herramientas de generación de imágenes digitales bajo demanda. La diferencia es que, en este caso, los artistas participan de forma activa, reciben reconocimiento por su estilo y obtienen beneficios económicos. Los aurógrafos se venden en un rango de entre 200 y 1.000 dólares, de los cuales los creadores obtienen entre el 5% y el 50%.

Entre la sorpresa y la aceptación

Ryan reconoce que la primera reacción del público suele ser de desconcierto al ver a un robot pintar. Sin embargo, muchos artistas terminan entusiasmados al descubrir que pueden monetizar su trabajo sin perder autenticidad ni reconocimiento. Esta mezcla de arte y tecnología abre la puerta a un nuevo mercado que combina creatividad, innovación y colaboración, todo gracias al avance de los robots de IA.

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