El próximo 16 de noviembre de 2025, los ecuatorianos acudirán a las urnas para decidir en la consulta popular. Evaluarán si desean una Asamblea Nacional con menos de la mitad de sus actuales 151 curules, reduciéndolas a 71. Esta propuesta, impulsada por el Gobierno de Daniel Noboa, ha abierto un intenso debate. Se discute si el cambio debe enfocarse en la cantidad de asambleístas o en la calidad de su trabajo.

Mientras algunos defienden la reducción como una medida para optimizar recursos, otros advierten que el verdadero problema radica en la falta de formación, ética y compromiso de muchos legisladores. Analistas coinciden en que tener menos curules en la Asamblea más pequeña no garantizará una mejor gestión política. Además, no asegurará una mayor eficiencia legislativa.
El dilema de la representatividad y la eficiencia
La abogada Nohelia Rivas, reconocida por su trabajo en defensa de los derechos de niños y adolescentes, considera que reducir el número de asambleístas no resolverá los problemas estructurales del Legislativo.
“Decir que la Asamblea no es eficiente y culpar al número de legisladores es un error. Reducir no garantiza calidad ni mejor producción legislativa, pero sí puede afectar la representatividad de provincias y minorías”, afirmó.
Rivas enfatiza que el verdadero reto está en fortalecer los mecanismos de selección, rendición de cuentas y formación continua de quienes integran la Asamblea. Para ella, la discusión debería centrarse en exigir que los legisladores tengan experiencia verificable, ética profesional y compromiso ciudadano. Más que en reducir el número de sillas.
Un sistema electoral que necesita reforma
El abogado Sebastián Cevallos, excandidato a legislador por Unidad Popular, sostiene que el problema no está en el tamaño de la Asamblea. Está en el sistema electoral caduco, que permite que muchos movimientos se comporten como “empresas electorales”.
“Hoy es más fácil tener a un Eckenner Recalde que a un profesor, porque para candidatizarse debe quedarse tres meses sin sueldo. No importa la propuesta programática, sino quién financia la campaña”, denunció Cevallos.
Su reflexión apunta a que la política ecuatoriana necesita una reingeniería institucional profunda. Las organizaciones políticas deben priorizar la preparación y la vocación de servicio antes que los intereses personales o económicos, con más importancia que contar con menos curules.
Capacitación y profesionalización: el desafío pendiente
Para Daniel Vinueza, presidente del Club de Debate de la Universidad Central del Ecuador, la discusión no debe centrarse solo en los números. Debe enfocarse en la formación técnica de los asambleístas.
“Muchos legisladores no comprenden procedimientos básicos como una reconsideración. Eso demuestra falta de preparación. Deberían aprobar una capacitación obligatoria en derecho legislativo antes de asumir el cargo”, señala.
Vinueza también propone que los partidos políticos exijan al menos un año de militancia activa antes de postular a sus candidatos. Esto garantizaría compromiso real y evitaría improvisación.
La reducción de gastos, ¿una solución superficial?
El exlegislador y dirigente de SUMA, Guillermo Celi, reconoce que la propuesta de reducir el número de curules puede resultar popular entre la ciudadanía, sobre todo por el malestar general hacia la clase política. Sin embargo, advierte que “invertir menos en sueldos no significa mejorar la calidad legislativa”.
Celi plantea que la verdadera solución radica en modificar el sistema de elección y fomentar una mayor corresponsabilidad entre los partidos y los votantes. En lugar de listas cerradas que esconden a candidatos sin preparación, propone un modelo de elección uninominal, donde cada distrito elija a su representante directo, más que solo preocuparse por tener menos curules.
Para él, esta sería una forma más democrática y transparente de fortalecer los pesos y contrapesos del poder.
Más allá de la cantidad: la necesidad de una Asamblea responsable
El debate sobre la reducción de la Asamblea Nacional pone sobre la mesa un tema de fondo. Este es la crisis de representatividad y confianza ciudadana en el sistema político ecuatoriano.
Aunque la propuesta de disminuir curules busca eficiencia, la mayoría de expertos coincide en que la calidad de la legislación y la fiscalización depende de la integridad y preparación de quienes ocupen esos escaños.
La ciudadanía, los partidos y el Estado tienen un papel compartido en este proceso. Deben promover una Asamblea más ética, profesional y cercana a las necesidades del país, en lugar de una simplemente más pequeña con menos curules.
Fuente: Diario Expreso,
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