El litio se perfila como el pilar de la transición energética global, es por ese punto que comienza la idea del reciclaje de baterías. Según la Agencia Internacional de Energía (AIE), para mantener el calentamiento global por debajo de los 2 °C, la demanda de este mineral podría multiplicarse por más de 40 para 2040. La carrera por abastecer a la industria de baterías, en particular la de vehículos eléctricos, ya está en marcha.
América Latina concentra cerca del 60 % de las reservas conocidas de litio, una ventaja estratégica que plantea tanto oportunidades de desarrollo como riesgos sociales y medioambientales. La región, sin embargo, sigue mayormente atada a la exportación de materia prima, con escasas iniciativas de valor agregado.
Reciclaje: una alternativa aún incipiente
El reciclaje de baterías de iones de litio aparece como una vía prometedora para reducir el impacto ambiental de la minería. La AIE estima que si se incrementa con éxito el reciclaje, se podrían evitar hasta una cuarta parte de los nuevos desarrollos mineros para 2050.
Hoy, sin embargo, este mercado apenas cubre el 5 % de la demanda global de metales para baterías. En América Latina, la tasa de reciclaje de litio es del 0 %, pese a contar con abundantes recursos naturales.
Empresas pioneras buscan cambiar el rumbo
En Costa Rica, la empresa Fortech logró escalar a nivel industrial su proyecto de reciclaje gracias al apoyo de la cooperación alemana. Desde 2023, ha procesado 200 toneladas de baterías, aunque su capacidad alcanza las 1.500 toneladas.
En Colombia, la firma Altero ha reciclado más de 250 toneladas de baterías portátiles y se destaca por su tecnología en seco, que no utiliza agua ni productos químicos. Su modelo apunta a una cadena sostenible y rentable de suministro, reciclaje y comercialización.
Chile también comienza a moverse. Relitia, una startup local, proyecta patentar una tecnología de procesamiento de alta pureza. Pero enfrenta limitaciones por falta de inversión. Por su parte, el centro Lithium I+D+i busca anticipar el «tsunami» de baterías en desuso, previendo que el auge del reciclaje ocurrirá en una década.
Argentina: entre oportunidades truncas y decisiones estratégicas
Argentina alberga el proyecto UniLib, que aspira a convertirse en la primera planta de fabricación de celdas de baterías de litio de América Latina. Es una iniciativa conjunta de la Universidad Nacional de La Plata, YPF y el Conicet. Pero el proyecto quedó en pausa bajo el gobierno de Javier Milei, ante la falta de respaldo estatal y crisis presupuestaria en las universidades.
Félix Requejo, director del Inifta, considera que el país debe decidir entre dos caminos: enfocarse en una cadena completa de extracción, desarrollo, fabricación y reciclaje; o limitarse a exportar litio y reciclar celdas compradas en el extranjero. Aunque, advierte, el reciclaje implica procesos costosos y técnicamente complejos.
El reciclaje no es una panacea
La reutilización de materiales críticos reciclados puede reducir hasta un 80 % de las emisiones respecto a la minería convencional. Pero también presenta desafíos. Las baterías agotadas deben ser trituradas y clasificadas en componentes como cobre, aluminio, plásticos y “masa negra”, que contiene los minerales más valiosos.
Procesarlas implica riesgos por su alta carga energética residual y una cadena de pasos complejos. Además, en muchos casos, el desmontaje sigue siendo manual, lo que encarece y traslada el trabajo a zonas con mano de obra barata. También existe el riesgo de impactos ambientales si el proceso no se maneja adecuadamente.
Solo unos pocos países —como China, Japón, Corea del Sur, Alemania o Estados Unidos— cuentan con capacidades integrales para el reciclaje completo de baterías de iones de litio.
Un mercado desigual que podría repetir errores del pasado
Latinoamérica representa el 25 % del mercado mundial de minerales críticos. Sin embargo, sus tasas de recogida de materiales no superan el 5 %, muy por debajo de Europa o Asia. Mientras China controla cerca del 80 % de la capacidad global de reciclaje, la región aún está lejos de cerrar el ciclo productivo.
El secretario general de la ONU, António Guterres, alertó en 2024 que la transición energética corre el riesgo de replicar las desigualdades históricas, donde los países en desarrollo extraen recursos y otros se benefician del valor agregado.

Hacia una economía circular: ¿es posible?
Expertos internacionales proponen medidas para consolidar una economía circular: rediseñar baterías para facilitar su desmontaje, invertir en tecnologías de reciclaje más eficientes y fomentar la colaboración entre todos los eslabones de la cadena de valor.
El desafío es grande, pero también lo es la oportunidad. Si se logra construir una cadena industrial sostenible, América Latina no solo podrá reducir impactos ambientales, sino también disputar un lugar más justo en la economía del futuro.
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