El reciente informe de McKinsey Global Institute (MGI) titulado “The FDI shake-up: How foreign direct investment today may shape industry and trade tomorrow”, advierte sobre un proceso de transformación global en los flujos de inversión extranjera directa (IED). Este proceso podría implicar riesgos y a la vez abrir nuevas oportunidades para Latinoamérica.
Según el documento, el panorama de la IED ha cambiado drásticamente tras las crisis recientes, como la pandemia y las tensiones geopolíticas. A nivel global, la IED disminuyó aproximadamente un 20% entre 2016 y 2022. Esto refleja no solo un entorno internacional más desafiante sino también nuevas prioridades para los inversores. Ahora, las empresas han comenzado a priorizar cadenas de suministro más resilientes. Esto ha dado lugar a estrategias como el nearshoring —traslado de servicios o procesos a ubicaciones cercanas geográficamente— y el fortalecimiento de alianzas regionales.
De hecho, durante 2022 y 2023, dos tercios (66%) de las empresas encuestadas por McKinsey reportaron haber revisado o planeado cambiar sus estrategias de ubicación internacional. Esto es a raíz de estas preocupaciones. Estas tendencias pueden beneficiar especialmente a países con ubicación estratégica y relativa estabilidad.
Oportunidades emergentes en medio de la disrupción
El informe destaca que América Latina, a pesar de su volatilidad histórica y los retos institucionales, ha entrado en el radar de sectores clave gracias a su proximidad al mercado estadounidense y sus recursos naturales abundantes. México es citado como un claro ejemplo del nearshoring en acción. Según la investigación, este país ha captado una parte relevante del aumento en proyectos manufactureros realineados fuera de Asia. El documento resalta que entre 2016 y 2020, mientras que la participación global de China en proyectos manufactureros cayó del 27% al 18%, México incrementó su participación relativa en inversiones manufactureras originadas desde Estados Unidos.
Por su parte, países como Brasil y Chile se encuentran bien posicionados para atraer inversiones asociadas a la transición energética global—especialmente en energías renovables y minerales críticos para baterías. McKinsey señala que América Latina posee cerca del 50% de los recursos mundiales conocidos de litio. Esto refuerza su papel estratégico en la cadena global de suministro para tecnologías limpias. La diversificación industrial y las iniciativas sostenibles se han convertido en motores clave para captar interés extranjero.
Desafíos persistentes
No obstante, McKinsey señala que la región enfrenta desafíos estructurales importantes: inseguridad jurídica, infraestructura deficiente, barreras regulatorias y limitaciones logísticas. En términos de competitividad logística, América Latina figura aún por debajo del promedio global. Solo tres países latinoamericanos figuran dentro del top 50 mundial en el ranking logístico internacional señalado por el informe. “Las economías latinoamericanas necesitan acelerar reformas para demostrar mayor previsibilidad frente a inversores internacionales”, subraya el informe, haciendo hincapié en que la competencia global por capital se ha intensificado.
Además, persiste una disparidad interna: mientras algunos mercados logran atraer IED transformadora vinculada a cadenas globales avanzadas —por ejemplo manufacturas o energías limpias— otros continúan dependiendo principalmente de inversiones extractivas poco integradas o con menor valor agregado. El informe enfatiza que más del 60% del stock IED regional sigue dirigido a industrias extractivas o sectores con baja sofisticación tecnológica.
Si bien el informe se centra en tendencias regionales, estas ofrecen referencias valiosas para países como Ecuador. La incorporación de políticas para incentivar sectores emergentes podría abrir nuevas oportunidades tanto para el empleo calificado como para una integración internacional más robusta. Crear un entorno regulatorio favorable y estimular la cooperación público-privada resultan también esenciales para impulsar un desarrollo más sustentable y competitivo ante este nuevo escenario global.
Acerca de McKinsey & Company
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