Cada año, miles de dispositivos electrónicos en el país —celulares, televisores, refrigeradoras, computadoras— llegan al final de su vida útil y se convierten en residuos. En el marco del Día Internacional de los Residuos de Aparatos Eléctricos y Electrónicos (RAEE), Ecuador enfrenta un desafío ambiental y social cada vez más urgente: la correcta gestión de estos residuos, también llamados e-waste.
Según estimaciones del Ministerio del Ambiente, cada ecuatoriano genera en promedio alrededor de 5 kilos de desechos electrónicos al año, un volumen que, acumulado, alcanza decenas de miles de toneladas. Este crecimiento responde a la mayor presencia de tecnología en los hogares, a la rápida obsolescencia de los equipos y a la carencia de sistemas efectivos para su correcta gestión y disposición.
“Cuando hablamos de e-waste, no hablamos solo de contaminación. Hablamos también de salud pública, de justicia ambiental y de oportunidades para generar empleo verde. La clave está en cambiar la forma en la que gestionamos lo que desechamos”, destaca Jhoanna Rosales, Directora de Vertmonde, empresa encargada de la gestión responsable de residuos electrónicos.
Lo que revelan las cifras del e-waste en Ecuador
El país genera actualmente alrededor de 90 mil y 100 mil toneladas de residuos electrónicos, una cifra que en los últimos cinco años ha mostrado un crecimiento sostenido. A nivel individual, el cambio es evidente: en 2017 cada persona generaba menos de 4 kilos de e-waste, mientras que hoy el promedio supera los 5,5 kilos por habitante.
Entre los aparatos que más aportan a esta problemática se encuentran los pequeños electrodomésticos, como planchas, secadores o licuadoras, que representan más de un tercio del total. A ellos se suman los equipos de informática y telecomunicaciones —celulares, tablets, computadoras—, responsables de aproximadamente una cuarta parte de los residuos.
Sin embargo, lo más preocupante no es solo la cantidad de dispositivos que se desechan, sino lo que ocurre después. Apenas un 3 % de todo el e-waste generado en Ecuador ingresa a sistemas de reciclaje formal y certificado. El resto, más del 97 %, permanece guardado en los hogares como “residuos invisibles”, termina en el circuito informal —donde se desmantela sin control poniendo en riesgo la vida de estas personas— o se mezcla con la basura común.
“Cada aparato que no se gestiona adecuadamente representa un riesgo para la salud y el ambiente, pero también una oportunidad perdida para recuperar materiales y reducir emisiones”, destaca Rosales. Con ello, se pierden materiales como cobre, aluminio, hierro y plástico que podrían volver a la cadena productiva. Además, se desaprovecha una oportunidad clave para reducir emisiones: cada tonelada de RAEE reciclada correctamente evita hasta 1,5 toneladas de CO₂ equivalente.
A esta ecuación se suma el aspecto laboral. Hoy, la cadena formal de reciclaje de RAEE en Ecuador genera menos de 500 empleos directos, aunque el potencial de crecimiento es enorme. Con un sistema fortalecido de recolección y reciclaje, esta industria podría convertirse en un motor de empleos verdes, capaces de dinamizar la economía y, al mismo tiempo, proteger al ambiente

Tendencias que marcan el futuro
Más allá de las cifras, para Vertmonde, empresa especializada, hay señales que permiten entender hacia dónde se mueve esta problemática en el país:
- Un crecimiento imparable: Si no se toman medidas, el volumen de residuos electrónicos podría aumentar un 30 % en la próxima década, superando las 15.000 toneladas anuales antes de 2030.
- El gran desconocimiento ciudadano: Solo un 20 % de los ecuatorianos sabe dónde entregar un aparato en desuso y menos del 10 % ha participado en campañas de recolección. La mayoría de los residuos terminan guardados en casa o en manos de recicladores informales poniendo en riesgo su vida al manipular materiales tóxicos.
- Impacto social y ambiental directo: El manejo inadecuado expone a comunidades enteras a sustancias tóxicas y contamina suelos y aguas. El problema no es invisible: simplemente ocurre lejos de la mirada de la mayoría.
- El potencial de lo circular: Bien gestionado, el e-waste puede convertirse en fuente de materiales circulares y en un motor de empleo verde. El reto está en ampliar infraestructura, campañas educativas y regulaciones que funcionen en la práctica.
Una oportunidad para el país
La radiografía del e-waste en Ecuador muestra dos caras: un problema creciente y todavía poco gestionado, pero también una oportunidad de innovación y desarrollo sostenible. La clave está en pasar de la acumulación y la informalidad a sistemas certificados y transparentes, donde los residuos electrónicos se conviertan en recursos para la economía y en soluciones para el ambiente.
“El reto está en visibilizar lo invisible. Cada aparato desechado puede ser una amenaza o una oportunidad. Depende de todos que el país escoja el camino correcto”, concluye Rosales.
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Fuente:
www.vertmonde.com