En julio del mes pasado leí una estadística que tengo atornillada en la cabeza “en 2022 nacieron 1.921 bebés de niñas entre 10 y 14 años…” por motivos que no entiendo, desconozco porque no usan la palabra para definirlo: VIOLACIÓN. ¿Es un término incomodo, crudo o fuerte? Es la realidad de muchísimas niñas, donde el estado debe consagrar el “interés superior del niño” en la práctica y no solo en romanticismo.
No hay que ser adivino, para deducir que esas violaciones son efectuadas por hombres del entorno familiar y/o escolar, o será acaso que alguna de ellas ¿vestía la falda muy corta o mostraba mucho? Como suelen ser las míseras y cobardes preguntas que realizan a las mujeres violentadas.
Una niña trayendo al mundo a otro niño, no terminará su escolaridad, convivirá con su violador en los casos que no sean abandonadas, seguido de la malnutrición, partos prematuros, niños y niñas con trastornos en el desarrollo, malformaciones, riesgos de preclamsia, eclampsia, fístula obstétrica, alta mortalidad de la madre, grandes problemas psicológicos, dependencia económica y más. ¿Qué futuro espera para los bebés que están por nacer? Antes de invocar a la religión como respuesta, aterricemos con hechos que mencionaré brevemente:
En Playas, una pareja anunció la venta de sus dos hijas de 3 y 4 años, 6.000 USD, cada una; una madre de la parroquia de Chanduy promocionaba a su bebé de 2 años, el padre los había abandonado, cuando arrestaron a la progenitora, manifestó que “no tenía dinero para mantener al bebé”; un padre se comunicaba con otros hombres en redes sociales alquilando a su hijo de año y ocho meses para tocarlo y acariciarlo, diez minutos por 40 USD, la madre del menor denunció a su pareja, poco después retiró los cargos porque si iba preso, no tendría quien provea lo necesario para vivir.
Ecuador tiene cifras de natalidad no controlada alarmantes, en efecto programas de concienciación, y/o de educación sexual no bastan, el trabajo no ha concluido. Preservemos la integridad infantil, ¿Quién de nosotros tiene la autoridad moral para decidir sobre esas niñas? ¿Por qué el estado las obliga a ser madres?
Nada me estremece más que niños desprotegidos, a la deriva, si queremos ir terminando aquel círculo, el gobierno tiene que involucrarse de fondo para controlar embarazos producto de violaciones (llamando las cosas por su nombre para empezar) gestionando acciones y permitir en estos casos: el aborto inducido, con la debida atención médica. La salud sexual y reproductiva es un derecho universal.
Detengámonos a pensar un momento en una niña de 12 años con 30 semanas de gestación: es una crueldad absoluta. Si Ud., no posee útero ni trompas de Falopio, le respondo de la misma manera que nos han dicho a las mujeres desde siempre: “calladito se ve más bonito”. Cuanta doble moral hay para aquellos que opinan sobre métodos anticonceptivos femeninos y embarazos no deseados, sin ni siquiera pensar en el preservativo, y lo que resulta más “ofensivo”: una vasectomía. Afortunadamente, no todos los hombres comulgan con esta ideología cavernícola.
Esta lucha por las 1.921 niñas y más debe ser de todos. Debemos garantizar que el derecho de gozar una integridad física y un desarrollo integral sea de todos los niños y niñas del país, si no podemos borrar su pasado, al menos brindemos un futuro libre, digno, lleno de oportunidades y no de responsabilidades maternales. Las niñas deben ser NIÑAS, no madres.
Fuente: La nación
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