La precariedad laboral en Ecuador se ha convertido en la realidad oculta detrás de las estadísticas oficiales que el Gobierno presenta como un logro. Aunque la tasa de desempleo alcanzó 3,2% en septiembre, una de las más bajas en años, analistas y trabajadores cuestionan duramente esta medición que no refleja la inestabilidad y falta de oportunidades en las calles ecuatorianas.
El Rostro Real del Mercado Laboral Ecuatoriano
Daniela Guerra invirtió siete años estudiando arquitectura en la Universidad Central. Se graduó hace un año con la ilusión de diseñar edificios innovadores, pero la realidad laboral se impuso: en su profesión solo consigue contratos a corto plazo sin proyección. A sus 28 años, tuvo que buscar otra salida y ahora trabaja en una tienda de ropa en el norte de Quito. Gana el salario básico, sin embargo no está afiliada al Instituto Ecuatoriano de Seguridad Social (IESS). «Es muy difícil conseguir algo estable en mi labor. Solo me contratan para dos meses», cuenta mientras atiende a los clientes de este negocio donde ya suma seis meses.
Su historia refleja una problemática que las cifras oficiales no muestran. Por tanto, Ecuador alcanzó en septiembre su tasa de desempleo más baja en años según el Instituto Nacional de Estadística y Censos (INEC). No obstante, esta cifra nacional esconde la realidad de ciudades como Quito, donde el desempleo llegó a 7,9%, más del doble que el promedio del país y casi tres veces superior al de Guayaquil (3,3%).
Metodología Cuestionada y Cherry Picking Estadístico
David Vera, decano encargado de la Business School de la Universidad Internacional del Ecuador (UIDE), cuestiona tanto la metodología para medir las cifras oficiales como la comparación que las sustenta. El académico explica que el desempleo en Ecuador es históricamente bajo porque cuando no se tiene trabajo, la alternativa es migrar al subempleo. «Si pierdes el empleo en un país desarrollado, tienes prestaciones sociales. En Ecuador no tienes nada», señala.
Por ende, la precariedad laboral en Ecuador se convierte en la válvula de escape: las personas aceptan empleos informales sin afiliación o cualquier trabajo precario para sobrevivir. Esto desinfla artificialmente una tasa de desempleo que contrasta con la realidad cotidiana de miles de ecuatorianos.
Vera también advierte que el Gobierno compara septiembre de 2025 con septiembre de 2024, cuando había apagones de hasta 14 horas diarias. «Esto en estadística se llama cherry picking: elegir la mejor comparación para mostrar una mejora que no existe. Eligen el indicador más bajo, el desempleo, pero no hablan del subempleo», explica. Si se suma el subempleo con otras formas de empleo inadecuado, la informalidad supera el 50% de la población económicamente activa.
Subempleo: El Verdadero Problema Estructural
Los datos del INEC confirman esta preocupación: mientras la tasa de desempleo cayó, el empleo adecuado apenas llegó a 37% en septiembre. Esto significa que casi dos tercios de los ecuatorianos que trabajan lo hacen en condiciones de subempleo (17,6%) o en la informalidad.
Andrés Madero, exministro de Trabajo, coincide en que el problema central del mercado laboral es el subempleo: aquellas personas que trabajan menos horas de las que desearían, ganan menos del salario básico o se desempeñan en actividades para las que están sobrecalificadas. Esta población no cuenta con la protección del Código del Trabajo ni acceso a seguridad social por encontrarse en la informalidad. «Lo más importante es atacar la tasa de subempleo», enfatiza Madero.
Quito: La Capital Más Golpeada por el Desempleo
Michelle Torres, de 47 años, representa otra cara del problema laboral en Quito. Estudió para ser parvularia y en los últimos ocho años trabajó en un centro de cuidado infantil del Ministerio de Inclusión Económica y Social (MIES), siempre bajo contrato. En agosto salió con el recorte masivo de personal que hizo el gobierno y no ha podido encontrar empleo. Su historia laboral refleja décadas de inestabilidad: «He tenido muchos períodos de desempleo a lo largo de mi vida, por lo que he cuidado niños, he hecho monitoreo de medios, entre muchos otros. Nunca tuve estabilidad», relata.
Desde que la despidieron, Michelle sobrevive haciendo trabajos esporádicos día a día. Vive con su madre, quien recibe una pensión que se ha convertido en el único ingreso estable del hogar. Cuando trabajaba en el MIES, se afiliaba por cuenta propia al IESS.
David Vera identifica una particularidad que explica por qué Quito sufre más que otras ciudades: la capital depende considerablemente del empleo público. Cuando el gobierno implementa ajustes fiscales y reduce personal, el impacto se concentra en esta ciudad donde se ubican la mayoría de ministerios e instituciones estatales. Mientras en Guayaquil la economía se sustenta más en el comercio y la industria privada, Quito enfrenta una vulnerabilidad estructural ligada al tamaño del Estado.
Mujeres: Las Más Afectadas por la Crisis Laboral
La situación de Daniela y Michelle refleja un problema que afecta desproporcionadamente a las mujeres. Según el INEC, en septiembre el desempleo femenino alcanzó 3,8%, superando al masculino de 2,8%. Más preocupante aún: solo el 29% de las mujeres tiene empleo adecuado, frente al 42,9% de los hombres. Ninguna de las dos mujeres cuenta con afiliación al IESS en sus trabajos actuales, perpetuando un ciclo de vulnerabilidad que las estadísticas confirman a nivel nacional.
Iniciativas Gubernamentales Sin Impacto Suficiente
El Gobierno ha implementado varias iniciativas para impulsar el empleo juvenil. En diciembre de 2023 aprobó la Ley de Eficiencia Económica y Generación de Empleo, que ofrece incentivos fiscales a empresas que contraten jóvenes entre 18 y 29 años. Asimismo, se creó la plataforma digital «Mi Futuro es Hoy», donde los jóvenes pueden crear un perfil profesional y buscar ofertas de trabajo.
Además, está el Proyecto ANA, liderado por la primera dama Lavinia Valbonesi, quien con financiamiento privado capacita gratuitamente a mujeres vulnerables en oficios como maquillaje, sastrería, inglés y auxiliar de enfermería. No obstante, nada de esto ha sido suficiente para revertir las cifras del mercado laboral. Según el INEC, hasta septiembre, el 70% de desempleados se encontraba en una población de entre 15 y 34 años.
Conclusión: Un Desafío Más Allá de las Estadísticas
Finalmente, la precariedad laboral en Ecuador persiste como el verdadero indicador de la crisis del mercado laboral. Más allá de las cifras oficiales de desempleo, la realidad muestra que más de la mitad de los trabajadores ecuatorianos enfrenta condiciones de informalidad, subempleo y falta de protección social. Por otra parte, las universidades han comenzado a incorporar habilidades blandas y fomentar el emprendimiento en sus programas académicos, aunque existe una brecha marcada entre lo que ofrecen las universidades públicas y privadas en términos de vinculación con el sector productivo y preparación para el mercado laboral.
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