Una paradoja estructural: riqueza sin bienestar
La pobreza en la Amazonía ecuatoriana representa una de las paradojas económicas más profundas del país. Esta región, a pesar de ser la principal fuente de petróleo del Ecuador, mantiene los indicadores laborales y sociales más bajos del territorio nacional. Su rol protagónico en la producción energética no se traduce en mejoras estructurales para su población.
Según la investigación desarrollada por Emilia Ordóñez, Sebastián Tapia y Juan Vinueza Acosta, la Amazonía aporta más del 99,6% del crudo nacional. Sin embargo, esta riqueza no ha logrado mitigar los elevados niveles de pobreza ni mejorar las condiciones de vida. Esta contradicción plantea interrogantes sobre los modelos de redistribución vigentes y la eficacia de las políticas públicas aplicadas en la región.
La vulnerabilidad económica de los cantones petroleros
El estudio de la Universidad San Francisco de Quito concluye que los cantones amazónicos son altamente vulnerables a los choques externos, especialmente a la caída de los precios del petróleo. Entre septiembre de 2023 y septiembre de 2025, el precio del crudo WTI descendió un 28,3%, pasando de USD 89,43 a USD 64,09. Esta reducción afectó directamente a los ingresos locales.
La Ley 010 establece que los Gobiernos Autónomos Descentralizados (GAD) de la región reciben recursos en función de la producción petrolera. En 2025, el monto asignado fue de USD 315,90 millones, distribuidos entre municipios, provincias, parroquias y universidades. No obstante, esta fórmula de distribución no logra compensar las consecuencias de la dependencia petrolera, profundizando la pobreza en la Amazonía ecuatoriana.
Condiciones laborales críticas en la Amazonía
Los datos de la Encuesta Nacional de Empleo, Desempleo y Subempleo (ENEMDU) 2024 muestran que el empleo adecuado en provincias amazónicas es significativamente inferior al promedio nacional (35,9%). Orellana registra apenas 10,44%, Napo 13,82%, Morona Santiago 14,60%, Sucumbíos 20,67%, Pastaza 19,97% y Zamora Chinchipe 25,34%.
La precariedad del empleo formal se profundiza con la caída de los precios del petróleo. Un descenso del 10% en el precio del crudo reduce en 1,45 puntos porcentuales los ingresos laborales. Estas cifras confirman que la bonanza petrolera no llega a los trabajadores amazónicos, aumentando la pobreza en la Amazonía ecuatoriana de forma estructural.
Informalidad laboral: un refugio de subsistencia
Frente a la escasez de empleo formal, la población recurre al trabajo informal como principal medio de subsistencia. Orellana y Morona Santiago presentan niveles de informalidad superiores al 83%, seguidas por Napo (77,74%) y Zamora Chinchipe (72,43%).
En comparación, provincias como Pichincha (28,58%) o Galápagos (15,34%) evidencian una situación mucho más favorable. Esta brecha resalta las desigualdades regionales y profundiza la pobreza en la Amazonía ecuatoriana, especialmente en periodos de crisis petrolera.
Jóvenes y mujeres: los más afectados
El impacto negativo del modelo económico amazónico no se distribuye de forma equitativa. Los jóvenes menores de 24 años y las mujeres enfrentan mayores barreras para acceder al empleo formal. Según el estudio citado, los ingresos de los jóvenes disminuyen un 1,8%, mientras que la probabilidad de las mujeres de conseguir empleo formal cae en 0,5 puntos porcentuales.
Este fenómeno refuerza los círculos de exclusión y acentúa la pobreza en la Amazonía ecuatoriana, especialmente entre los grupos tradicionalmente marginados por el sistema productivo y las políticas públicas.
Pobreza extrema como realidad cotidiana
El diagnóstico se vuelve más preocupante al observar los datos del INEC (junio 2025). Morona Santiago lidera los índices de pobreza por ingresos (71,19%) y pobreza extrema (59,90%), reflejando que seis de cada diez personas sobreviven con menos de USD 2,95 al día.
Este escenario confirma la tesis de Nuñez, Aguirre, Sánchez e Ibarra, quienes sostienen que la renta petrolera no ha logrado romper con la desigualdad geográfica. En lugar de ser una herramienta de desarrollo, ha consolidado estructuras de exclusión que perpetúan la pobreza en la Amazonía ecuatoriana.
La riqueza petrolera no garantiza desarrollo
La paradoja de la pobreza en la Amazonía ecuatoriana persiste como uno de los desafíos estructurales del país. A pesar de su aporte al desarrollo energético nacional, la región sigue atrapada en dinámicas de exclusión, informalidad y falta de oportunidades. Resolver esta contradicción requiere un replanteamiento profundo del modelo de redistribución y desarrollo territorial.
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