En poco más de tres años, Ecuador ha visto pasar cuatro ministros de Energía y más de una decena de gerentes en Petroecuador.
El sector petrolero ecuatoriano está en declive. Ya a finales de febrero de 2024, Nelson Baldeón, empresario y consultor energético, alertó a través de su cuenta de X que “oficialmente, ante los reportes internacionales, Ecuador ha dejado de ser considerado un país petrolero”, según el último artículo de la influyente publicación Oil and Energy.
Desde 2014, con la excepción del bloque 43 o ITT, el sector petrolero de Ecuador apenas ha recibido inversiones significativas. Hace tiempo que la exploración y explotación de nuevos campos se han detenido.
Según Carlos Burbano, ingeniero petrolero y ex empleado de Petroecuador, Ecuador depende cada vez más de la explotación de campos antiguos, muchos de los cuales están en operación desde las décadas de 1960 y 1970.
“Parece haber una conspiración para acabar con la industria petrolera ecuatoriana. La falta de inversión necesaria, la falta de autonomía en Petroecuador y el fracaso repetido de las principales licitaciones para nuevas inversiones solo benefician a los importadores de derivados y combustibles”, apuntó Burbano.
Esta preocupación es compartida por Miguel Robalino, consultor en temas petroleros, quien durante una entrevista en el programa Visionarias afirmó: “No hay una planificación adecuada en la industria. Incluso he llegado a pensar que existe una planificación para su declive. Esto es alarmante”.
Aunque en 2014 se alcanzó el punto máximo de producción petrolera, superando los 560,000 barriles diarios, desde entonces la producción y los ingresos petroleros han ido en descenso.
A medida que se acerca el plazo de vencimiento para el cierre del ITT, el Gobierno de Daniel Noboa carece de un plan concreto, e incluso de un presupuesto, para desmantelar la infraestructura.
“A través de la injerencia política y la corrupción, se ha debilitado gradualmente la industria petrolera en Ecuador. El golpe final fue la consulta popular que, con el apoyo de la mayoría de los ecuatorianos, ordenó el cierre del ITT. Los más perjudicados serán los ciudadanos ecuatorianos, ya que una menor producción petrolera significa menos fondos para obras públicas, a menos que se atraiga inversión privada o se incremente significativamente el endeudamiento del país”, explicó Burbano.
El gas añade un aspecto trágico a esta situación. A pesar de los esfuerzos de los funcionarios y las decisiones judiciales, todas las licitaciones recientes para aprovechar el gas asociado de los mecheros han fracasado.
Ecuador sigue quemando gas en sus campos petroleros más antiguos en lugar de aprovecharlo para producir energía o abastecer plantas de gas, lo que resultaría en ahorros significativos en importaciones de derivados y combustibles.
Aunque el Gobierno de Noboa ha lanzado un nuevo llamado para licitar este tema, persisten las dudas sobre su viabilidad.
Además, todas las recientes licitaciones para que un inversionista privado administre el Campo Amistad han fracasado.
La administración actual ha anunciado que Petroecuador, bajo su propio riesgo, aumentará la capacidad de producción de gas natural en el Campo Amistad con un presupuesto de $100 millones. Sin embargo, expertos como Raúl Ortiz han advertido que la petrolera estatal no cuenta con la capacidad necesaria para realizar esta inversión.
Por otro lado, si se licitara a una empresa grande y con capacidad, y se incluyeran los bloques 39 y 40, se podría aumentar significativamente la producción de gas natural y revitalizar el parque termoeléctrico del país, resultando en importantes ahorros en importaciones.
A pesar de que Petroecuador generará más de $14,000 millones en ingresos por exportación de crudo, solo una fracción llegará al Presupuesto General del Estado (PGE).
En su comparecencia ante la Comisión de Régimen Económico de la Asamblea, Marcela Reinoso, gerente de Petroecuador, reconoció que la estatal petrolera destinará una cantidad significativa de sus ingresos para financiar la importación de combustibles y derivados, representando casi la mitad de sus ingresos proyectados.
Este negocio de importación se alimenta no solo de la disminución de la producción en las refinerías y otras ineficiencias de Petroecuador, sino también de negocios asociados como el transporte marítimo.
Reinoso no proporcionó detalles sobre la estrategia del Gobierno para evitar el cierre del ITT, y solo mencionó planes para compensar parcialmente la caída de ingresos con una mayor producción en el bloque 31, aunque este apenas contribuye al total de la producción de Petroecuador.
En resumen, la falta de una hoja de ruta clara en el sector petrolero ecuatoriano y la dependencia de las importaciones plantean desafíos significativos para la economía del país.
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