La música que escuchas influye bienestar de maneras que van más allá del simple entretenimiento. Por tanto, es fundamental comprender cómo nuestros hábitos auditivos impactan directamente en la salud de nuestros oídos y nuestro estado mental general.
La música acompaña los trayectos diarios, activa las rutinas de ejercicio y hace que los días sean más relajados. Sin embargo, dependiendo del género y del volumen al que se escuche, puede convertirse en un aliado o en una amenaza para la audición.
Riesgos Auditivos: La Amenaza Silenciosa del Volumen Excesivo
La Organización Mundial de la Salud (OMS) estima que más de 1.000 millones de jóvenes están en riesgo de perder la audición. En consecuencia, la exposición continua a sonidos demasiado fuertes se ha convertido en una epidemia silenciosa.
Un concierto, una discoteca o incluso unos auriculares al máximo volumen alcanzan entre 100 y 120 decibelios. Además, a esos niveles, el oído humano solo resiste unos minutos antes de empezar a dañarse permanentemente.
«Escuchar música a un volumen excesivo es una de las principales causas de pérdida auditiva en la población joven. No obstante, el problema es que el daño no se nota de inmediato», explica Ariana Araujo, profesional de la audición en GAES.
Géneros Musicales y Patrones de Escucha: Diferencias Significativas
La música que escuchas influye bienestar según patrones específicos de cada género. Por ende, no es el género musical en sí lo que pone en riesgo la audición, sino la forma de escucharlo.
Un estudio reciente midió los niveles de sonido promedio de distintos géneros reproducidos en dispositivos personales. Mientras tanto, la música clásica generalmente se mantenía por debajo de los 60 dB, géneros como pop, rock, hip-hop y música electrónica registraban niveles más altos.
Asimismo, investigaciones enfocadas en músicos profesionales descubrieron que los riesgos auditivos no están ligados a un género específico. Por tanto, intérpretes de música clásica, jazz, rock y pop mostraron signos similares de esfuerzo auditivo.
Musicoterapia: El Poder Curativo de los Sonidos Suaves
Por otra parte, la investigación también muestra que la música suave tiene efectos beneficiosos comprobados. Igualmente, la musicoterapia se ha utilizado con éxito para reducir la ansiedad y aliviar la percepción del dolor.
Varios estudios han demostrado que escuchar melodías tranquilas ayuda a reducir los niveles de cortisol. Además, favorece un sueño más profundo y mejora significativamente el estado de ánimo general.
Recomendaciones Profesionales para una Escucha Equilibrada
La especialista de GAES destaca puntos clave para disfrutar de la música sin riesgos:
Mantener el volumen bajo control: No superar el 60% de la capacidad de los auriculares y hacer pausas cada hora reduce significativamente el riesgo de fatiga auditiva.
Alternar géneros musicales: Tras una exposición intensa a música electrónica, rock o reguetón, optar por melodías más suaves ayuda al sistema auditivo a recuperar el equilibrio.
Protegerse en ambientes ruidosos: El uso de tapones especiales en conciertos atenúa hasta 20 decibelios sin distorsionar el sonido. Finalmente, reservar momentos de silencio durante el día previene daños a largo plazo.
Conclusión: Equilibrio y Conciencia Auditiva
La música que escuchas influye bienestar de manera directa y acumulativa. Por ende, aunque la música es una fuente de disfrute cotidiano, sus efectos pueden pasar desapercibidos hasta que aparecen señales como cansancio o zumbidos persistentes.
Prestar atención al volumen y equilibrar los momentos de intensidad con los de calma marca una diferencia significativa. En consecuencia, el cuidado consciente de nuestra audición preserva tanto nuestro bienestar físico como mental a largo plazo.
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