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Mujeres en Afganistán desafían a los talibanes con clubes de lectura clandestinos

Mujeres en Afganistán

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En medio de un panorama marcado por la represión, las mujeres afganas han encontrado en la literatura un refugio y una herramienta de resistencia. A través de clubes de lectura secretos, organizados en plataformas como WhatsApp y Telegram, logran sortear las estrictas restricciones impuestas por los talibanes, quienes desde su regreso al poder en 2021 han instaurado lo que Naciones Unidas califica como un “apartheid de género”.

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De la biblioteca física a la resistencia digital

Fahr Parsi, licenciada en Derecho y de 29 años, fue testigo del cierre forzoso de la biblioteca para mujeres que fundó en Kabul en 2019. La llegada de los talibanes la obligó, junto a sus compañeras, a vender el mobiliario y trasladar en secreto los 4.000 libros a un lugar seguro.

Las prohibiciones a la educación, el trabajo y la presencia en espacios públicos dejaron a miles de mujeres sin alternativas. Ante ello, Parsi decidió migrar su proyecto a un entorno virtual, formando un club de lectura seguro en WhatsApp y Telegram, que hoy reúne a casi 300 mujeres. Allí comparten archivos escaneados en PDF, organizan debates y prestan libros físicos únicamente a personas de confianza.

Un clima de represión y miedo constante

Las restricciones del régimen talibán son cada vez más severas:

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  • Prohibición de que las niñas asistan a la escuela secundaria.
  • Cierre total de universidades para mujeres.
  • Acceso vetado a la mayoría de empleos, parques, gimnasios, bibliotecas y cafeterías.
  • Limitación para viajar sin un mahram (acompañante masculino cercano).
  • Prohibición de hablar en público.

Las que se atreven a protestar enfrentan detenciones, torturas y abusos sexuales. Incluso leer se ha convertido en un acto de riesgo: los talibanes confiscan libros “ideológicamente controversiales” y realizan registros puerta a puerta en busca de opositores, obligando a las mujeres a esconder sus colecciones como si fueran contrabando.

Literatura como refugio e inspiración

Entre las integrantes del club está Fahima, de 18 años, quien vio truncado su sueño de ser médica cuando se le prohibió continuar sus estudios. Desde entonces ha leído 35 libros y escrito El camino de la luz, un relato sobre la vida de una niña afgana bajo el régimen talibán.

A pesar del miedo a infiltraciones y represalias, la demanda de novelas y textos motivacionales crece. Para muchas mujeres, estos clubes no solo son un escape de la opresión, sino también un acto simbólico de resistencia y un canal para mantener viva la esperanza.

Una protesta silenciosa pero persistente

Defensoras de derechos humanos como Shahrbanu Haidari señalan que la ausencia de manifestaciones visibles en las calles no implica rendición. Por el contrario, refleja que la represión talibán se ha intensificado, obligando a las mujeres a trasladar su activismo a la clandestinidad y a la esfera digital.

Aunque el riesgo es alto, la red de clubes de lectura demuestra que la resistencia femenina en Afganistán no ha desaparecido. Sus integrantes continúan leyendo, aprendiendo y compartiendo, desafiando un sistema que busca silenciarlas.

Fuente: El País

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