La reciente captura de Rolando Federico Gómez, alias Fede, líder de la banda ecuatoriana Los Choneros, en Medellín, expuso la expansión del grupo hacia Colombia. Esta operación, realizada en conjunto por las autoridades de ambos países, reveló la alianza. La organización ecuatoriana intenta establecerla con el Clan del Golfo para fortalecer sus redes de narcotráfico y extender su poder en la región.

El presidente Daniel Noboa celebró la captura de Fede, destacando que es el undécimo cabecilla criminal ecuatoriano detenido en Colombia en los últimos dos años. “Ecuador no retrocede. Aquí manda la ley, no las mafias”, afirmó el mandatario al referirse a la lucha contra el Clan del Golfo.
Alianzas criminales y nuevas rutas de narcotráfico
Las autoridades colombianas informaron que Fede permanecía en Medellín con una identidad falsa. Estaba buscando acuerdos con cabecillas del Clan del Golfo para ampliar corredores de tráfico de droga hacia Centroamérica y Europa. Según el general Carlos Fernando Triana, director de la Policía de Colombia, el líder chonero pretendía establecer alianzas “multicriminales” con grupos locales e internacionales.
Expertos en seguridad señalan que Los Choneros, tras la caída de su antiguo jefe alias Fito, están reestructurando su liderazgo y fortaleciendo sus vínculos con organizaciones extranjeras. La especialista Michelle Maffei afirmó que “la conexión con el Clan del Golfo y el cartel de Sinaloa confirma la intención de Los Choneros de posicionarse como actores relevantes en el tráfico internacional de drogas”.
Medellín, nuevo punto estratégico del narcotráfico
La presencia de criminales ecuatorianos en Medellín ha causado preocupación entre las autoridades locales. Días antes de la captura de Fede, fue abatido Jortman Robinson Suárez, alias El Ecuatoriano, quien operaba como enlace entre Los Choneros y bandas del Valle de Aburrá. Su muerte reveló el uso de fincas en Rionegro como centros de acopio de armas y camuflaje de estupefacientes. En esas áreas se detectó colaboración con el Clan del Golfo.
Asimismo, las autoridades investigan si el asesinato de un ciudadano albanés el 5 de octubre está vinculado a estas redes. El fallecido, portador de documentos ecuatorianos, mantenía presuntos lazos con la mafia albanesa, cada vez más activa en Sudamérica.
De Manabí al mundo: la evolución de Los Choneros
Originarios de Manabí, Los Choneros surgieron como una banda de sicarios a finales de los noventa. Con el tiempo diversificaron sus actividades hacia el robo, la extorsión y el narcotráfico, convirtiéndose en el grupo más poderoso de Ecuador. En septiembre de 2025, Estados Unidos los declaró una organización terrorista extranjera.
Sin embargo, los analistas sostienen que su poder ha disminuido ante el avance de grupos rivales como Los Lobos y el endurecimiento de las operaciones militares en Ecuador. Según el investigador James Bargent, “Los Choneros están perdiendo control territorial, pero buscan compensarlo. Están aumentando su rol en el narcotráfico internacional, especialmente a través de pactos con el Clan del Golfo”.
Fugas, sobornos y reconfiguración interna
La fuga de Fede en junio de 2025 marcó un punto crítico en la historia del grupo. El capo escapó de la Penitenciaría del Litoral tras pagar un millón de dólares en sobornos a funcionarios y militares. Su recaptura el 3 de octubre representó un duro golpe para la organización. Aunque las autoridades reconocen que la estructura criminal sigue operativa, con vínculos con el Clan del Golfo.
El arresto de Fito en julio y su posterior extradición a Estados Unidos debilitó aún más el liderazgo interno. Pese a los esfuerzos del Gobierno, la violencia carcelaria y la expansión de las pandillas muestran que la influencia de Los Choneros aún persiste en distintas regiones del país. Además, ahora traspasa fronteras.
Desafíos para la seguridad regional
Expertos coinciden en que la expansión de bandas ecuatorianas en Colombia y otros países andinos refleja una mutación del crimen organizado regional. La cooperación entre el Clan del Golfo y Los Choneros evidencia un mercado criminal transnacional cada vez más interconectado.
Para la investigadora Maffei, “las políticas de mano dura en Ecuador no atacan la raíz del problema. Los jóvenes reclutados por las bandas siguen siendo las principales víctimas, usados como soldados del narcotráfico”.
La amenaza de Los Choneros, lejos de reducirse, se reconfigura bajo nuevas alianzas y rutas, como las del Clan del Golfo. Esto confirma que la lucha contra el crimen organizado requiere coordinación regional, inteligencia conjunta y estrategias de prevención social.
Fuente: El País
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