Ecuador es reconocido en el mundo como una nación plurinacional y multicultural, donde se preservan lenguas indígenas vitales. Aquí conviven diversas nacionalidades y pueblos indígenas que poseen una riqueza lingüística invaluable. Sin embargo, esa diversidad se encuentra hoy gravemente amenazada. De las 14 lenguas originarias que aún se hablan en el país, al menos ocho están en riesgo de desaparecer. Esto supone una amenaza directa a la memoria colectiva, la identidad y los saberes ancestrales de los pueblos originarios.

Menos del 4% habla una lengua indígena
Según datos del Instituto Nacional de Estadística y Censos (INEC) de 2022, el 7,7% de la población ecuatoriana se identifica como indígena. Sin embargo, solo el 3,95% afirma hablar una lengua ancestral. Esta estadística revela una desconexión creciente entre identidad y lenguaje, especialmente entre las nuevas generaciones. En muchos casos, no aprenden ni usan los idiomas de sus antepasados debido a múltiples barreras sociales, económicas y educativas.
Idiomas en proceso de extinción
De acuerdo con información proporcionada por la Confederación de Nacionalidades Indígenas del Ecuador (CONAIE), las lenguas achuar chicham, cha’palaa, tsa’fiki, paicoca y awapit figuran entre las que están en peligro inminente de desaparición.
Por otro lado, el idioma sápara está prácticamente extinto. Quedan muy pocos hablantes vivos y su uso activo es casi nulo. Por lo tanto, se lo considera una lengua moribunda. Además, los idiomas andoa y tetete ya están oficialmente extintos.
Incluso el kichwa —una de las lenguas indígenas con más hablantes— aparece en la lista de lenguas amenazadas. Esto alerta sobre el deterioro progresivo del uso de los idiomas ancestrales, incluso aquellos con mayor presencia.
Una problemática mundial con efectos locales
La situación de Ecuador refleja una realidad global. Según la Organización de las Naciones Unidas (ONU), de las aproximadamente 7.000 lenguas originarias que existen en el planeta, cerca del 40% están en peligro de desaparecer. En promedio, cada dos semanas desaparece una lengua en el mundo. Esto conlleva la pérdida de conocimientos, cosmovisiones y modos de vida únicos.
Durante la pandemia de COVID-19, esta realidad se hizo aún más evidente. Muchas comunidades no pudieron acceder a información vital en su idioma, lo que profundizó su marginación. Pese a ello, surgieron iniciativas locales para traducir y difundir información sanitaria en lenguas indígenas. Esto demostró la importancia de estos idiomas como herramientas de resiliencia y supervivencia.
Educación intercultural como herramienta de resistencia
Frente a este panorama crítico, las comunidades indígenas han optado por fortalecer la Educación Intercultural Bilingüe. Esta estrategia no es nueva: se remonta a los años treinta, cuando en Cayambe se fundaron las primeras escuelas bilingües kichwas impulsadas por mujeres lideresas.
Durante las décadas de 1960 y 1970, el movimiento indígena luchó no solo por la tierra, sino también por el derecho a una educación propia. También buscaba la creación de medios de comunicación en lenguas nativas. Hoy en día, la radio, internet y los contenidos audiovisuales se han convertido en espacios fundamentales para promover el uso diario de los idiomas ancestrales.
La responsabilidad del Estado en la conservación lingüística
Si bien las comunidades han desarrollado importantes iniciativas para salvaguardar sus lenguas, los esfuerzos no pueden recaer únicamente en ellas. Es imperativo que el Estado ecuatoriano adopte políticas activas, integrales y sostenidas que promuevan el aprendizaje, uso y transmisión de los idiomas indígenas.
Estas políticas deben considerar incentivos para la formación docente en lenguas originarias. Además, deben enfocarse en el desarrollo de contenidos educativos y culturales. También deben fomentar el uso institucional y público de estos idiomas como parte esencial del patrimonio inmaterial del país.
Sin lengua no hay memoria
La desaparición de una lengua no solo implica la pérdida de un medio de comunicación. Además, significa el fin de una visión del mundo. Esto conlleva la pérdida de saberes transmitidos durante generaciones y de una identidad cultural única. En Ecuador, aún se está a tiempo de revertir el proceso, pero se necesita un compromiso firme y colectivo. La revitalización de las lenguas ancestrales no es solo una cuestión indígena. Por el contrario, es un deber nacional.
Fuente: Extra.ec
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